CAPITULO XV
Durante el gobierno del Presidente Salvador Allende, juega Bernardo Leighton un papel bien determinado. Ocupando el cargo de diputado y de Vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano durante el período presidido por el senador Renán Fuentealba, actúa permanentemente como mediador entre el Partido y el Gobierno. No es el único, ciertamente, pero sí uno de los más activos y caracterizados. Amigo personal de Salvador Allende, convencido absoluto de su fe democrática, Leighton recibe la confianza de los dos lados. Allende recurre a él varias veces, llegando incluso a visitarlo en su casa cuando la situación así lo requiere. Se arreglan de esta manera varios problemas y se mantiene un diálogo permanente.
Los primeros meses del nuevo gobierno se distinguen por el tanteo mutuo entre el gobierno y la oposición. El gobierno diseña una política populista de corto plazo destinada a conquistar apoyos nuevos en la base social, particularmente con ocasión de las elecciones municipales que se llevarán a cabo en abril de 1971. La Unidad Popular (UP) y Salvador Allende calculan que un triunfo por mayoría absoluta podría abrirles una posibilidad de modificar muy rápidamente la estructura jurídica del país, recurriendo al plebiscito si es necesario, para poder realizar más íntegra y eficazmente su programa de gobierno. Aunque esta táctica surte efecto, pues la UP alcanza virtualmente el 50% de los votos, el resultado desequilibra la correlación de fuerzas al interior de la combinación de gobierno (crece desmesuradamente el Partido Socialista, se mantiene estable el Partido Comunista y disminuye sustancialmente su votación el Partido Radical), paralizando su capacidad de acción para emprender la lucha por el gran vuelco anhelado. Por otra parte, con la política de corto plazo emprendida en el campo económico, que ha dado una sensación inicial de bienestar a la población de Chile, se queman preciosas energías que después faltarán y que contribuirán a facilitar el derrumbe posterior de la política económica, con las secuelas político-sociales conocidas.
La oposición inicia su acción claramente dividida. El Partido Nacional define -al parecer ya antes de asumir Allende la Presidencia de la República- su estrategia de buscar la caída del gobierno. Por eso, asume una posición dura e inflexible desde el primer momento. Con esta actitud acosa también a la DC, al pretender disputarle el liderato de la oposición.
El Partido Demócrata Cristiano procura desarrollar una oposición con perfiles propios. Las condiciones que le ha puesto a Salvador Allende para apoyarlo en el Congreso Pleno acentúan la conservación y el perfeccionamiento del régimen democrático de gobierno. No rechaza de plano el programa económico-social, con el cual tiene, por el contrario, muchas coincidencias. En realidad, no es el socialismo formulado en forma abstracta lo que la DC rechaza, sino cualquier intento de llevarlo a la práctica como proyecto totalitario, que lo concibe como vinculado necesariamente a la llamada "dictadura del proletariado", que en la practica histórica no ha sido otra cosa que la dictadura del partido único. El gobierno demócratacristiano que acaba de terminar, ha abierto el camino a muchas transformaciones. La meta de Radomiro Tomic como candidato a la Presidencia ha sido continuarlas y aún profundizarlas en muchos casos. Ahora, desde una oposición democrática, la DC no puede ni quiere ser obstáculo a los cambios, en la medida en que se aproximen, o no sean abiertamente incompatibles, con las posiciones propias.
Desde dos ángulos es entorpecida esta buena disposición inicial del PDC hacia el gobierno de Allende: la derecha, por un lado, procura mostrar debilidades, ingenuidades y hasta traiciones a la fe democrática en el PDC; la UP, a su vez, trata de arrinconar pura y simplemente a la DC en la derecha. Simultáneamente, los extremistas de ambos lados inician su presión para polarizar al máximo las relaciones políticas.
Leighton lucha con decisión en la línea de tratar de impedir cualquier agudización exagerada de los conflictos, consciente del peligro involucrado en un proceso así. Ya el 2 de febrero de 1971, al discutirse una acusación constitucional en contra del Ministro de Justicia, don Lisandro Cruz Ponce, presentada por los diputados del Partido Nacional, habla en la Cámara en representación de la DC para anunciar la abstención de su partido en la votación, asegurando así el rechazo de la iniciativa derechista. El tema es delicado, porque Allende ha indultado a numerosos jóvenes de extrema izquierda (calificados por él de "idealistas"), que cumplían condenas por actos cometidos durante el gobierno anterior, utilizando para ello un recurso de dudosa legalidad, como que, para imponerse al criterio contrario de la Contraloría General de la República, debe imponer su criterio recurriendo al decreto de insistencia. Aceptando Leighton que el procedimiento empleado es criticable, piensa, sin embargo, que no es motivo suficiente para que la Cámara haga uso de su "facultad" de acusar constitucionalmente al Ministro de Justicia, mas aún cuando el Presidente de la República ha asumido personalmente la responsabilidad del acto criticado, fundándolo en un deseo de pacificar al país y de tratar de incorporar a la vida democrática a un sector de la juventud. "El fondo de ese pensamiento lo compartimos", expresa.
A continuación argumenta que él, a lo largo de su vida política, ha visto a muchos hombres cambiar de posición, pasando de actitudes violentistas a conductas democráticas. Ante constantes interrupciones y pullas irónicas del diputado del Partido Nacional, señor Gustavo Mönckeberg, lo deja callado con este argumento:
"El doctor Mönckeberg, nuestro querido colega, es un hombre que anduvo en otras tiendas hace algunos años. Pero afortunadamente ha llegado a la del Partido Nacional, con la misma lealtad que antes sirvió a las otras. Yo creo que esta evolución la necesitamos todos los chilenos. Así como él llegó del nazismo a la democracia, ¿por qué no pueden llegar a la democracia estos otros hombres del MIR, que, a mi juicio son una especie de nazistas de izquierda?"
Su discurso termina con palabras significativas respecto a su estado de ánimo frente a Allende y su gobierno en ese instante: "Creemos que nuestro país necesita que el Presidente sepa, que cuando él, varonil, leal y patrióticamente, asume la responsabilidad de estos actos, cuenta con nosotros, porque deseamos que Chile siga siendo una república más democrática cada día; sepa que compartimos su afán de incorporar a los elementos trabajadores -que el gobierno anterior empezó a extender en su organización sindical, campesina y poblacional- en los nuevos cuadros de un Estado nuevo para una nueva sociedad; sepa que todo su empeño y su afán por incorporar a la juventud en esta gran tarea lo compartimos, porque tenemos confianza; pero -Dios no lo quiera- si algún día las cosas son de otro modo, que sepa también dónde estaremos nosotros."
Comprensión clara y aún confianza en las intenciones de Allende y su gobierno; pero también advertencia clara si la conducta cambia. Esta es la posición de Leighton a tres meses de inaugurado el gobierno de la UP.
Abundando sobre el mismo tema, el diputado Andrés Aylwin dice, después de la intervención citada que a los diputados DC les parece que la acusación constitucional está motivada "no sólo por el propósito de sana fiscalización, sino, además, por el deseo de crear enfrentamientos tajantes y provocar polarizaciones extremas, lo que estimamos inconveniente para Chile. No ignoramos que los que, muchas veces, bajo el pretexto de defender la libertad y el 'Estado de Derecho' incorporan a menudo como 'contrabando' la defensa de sus intereses creados, orquestarán nuevamente la campaña de siempre: 'Los DC no defienden al país del marxismo'. Sin embargo, nuestra conciencia está tranquila, pues sabemos que en nuestro movimiento militan y encuentran expresión espiritual millares de jóvenes y trabajadores que, si no fuera por nuestro testimonio humanista de adhesión a la causa del pueblo, tal vez podrían ser marxistas; en cambio, los que nos critican, son los que, muchas veces, al provocar y favorecer la injusticia, han sido los principales promotores del crecimiento de tales tendencias."
La abstención en aquella votación marca también una diferencia con la UP, que se expresa por el diputado Andrés Aylwin en una protesta importante:
"Nuestra abstención tiene también otro sentido, que queremos expresar con franqueza. Es una advertencia y una forma de expresar nuestra protesta contra el sectarismo que, desgraciadamente, ha sido una de las características de la actuación de este gobierno. Vastos sectores oficialistas se creen los únicos poseedores de la verdad, y a todos los que no piensan como ellos se les objeta a título personal, se les tacha moralmente o, incluso, se les persigue."
A fines de julio de 1971 se produce un hecho doloroso para el PDC y en particular, para Bernardo Leighton. Un grupo valioso de dirigentes, en su mayoría jóvenes, decide abandonar la DC, acusándola de estarse "derechizando". Leighton, creyendo que cometen un grave error, lucha por persuadirlos, así como porque se les escuche con respeto.
En un discurso pronunciado por él con fecha 4 de agosto de 1971, hace un alegato vigoroso en favor de la existencia de su partido, refutando las razones de los que se han ido.
Parte analizando la razón que encabeza los argumentos esgrimidos para abandonar la DC. Han partido, dice, "por problemas de conciencia". Pero, argumenta Leighton, para que estos problemas existan, deben basarse en hechos y razonamientos. Los expuestos por ellos, no tienen, en su opinión, "fundamento razonable alguno". Y señala que la emigración se produce, "cuando, precisamente, no ha ocurrido nada especial, nada que no sea absoluta y totalmente consecuente con el espíritu y con la trayectoria de la DC."
Lee a continuación la proposición al Consejo Nacional del PDC, origen del problema, que al ser rechazada recibe la respuesta de la renuncia de numerosos dirigentes y militantes. La proposición decía así: "No pactar directa ni indirectamente, ni tácita ni expresamente, ni en ninguna forma, con la Derecha, en todos sus niveles, desde el Parlamento hasta las Juntas de Vecinos y los Centros de Madres."
Leighton comenta y analiza:
"Los que estábamos en ese momento en la reunión, realmente no entendíamos cómo se podía plantear una cosa así. Con la Derecha, sabemos muy bien, que no hemos pactado ni pactaremos; pero ¿a título de qué extender esta posición más allá del alto nivel de un pacto político? Aún a esta altura, si el día de mañana, lo que Dios no quiera, amenaza a este país una hecatombe constitucional, ¡¡con la derecha y con el diablo nos uniremos para defender la democracia chilena!! "
"Así ha sido, amigos míos, la tradición de nuestra DC y, lo que es más, así ha sido la tradición chilena a lo largo de 150 años de historia. Todos nos hemos unido; nos hemos abrazado; hemos luchado juntos para la grandeza de este pueblo en las horas difíciles de la historia de Chile."
Por eso, Leighton considera que sostener que no se puede pactar en todos los niveles, esto es, tampoco en universidades, sindicatos, centros de madres y juntas de vecinos, con la gente de derecha "sería condenarnos a entregar todos los poderes a la UP".
"Por eso, pienso que el problema de conciencia se genera partiendo de antecedentes equivocados."
Señala después algunas consecuencias del sectarismo de la UP, que han obligado a la DC a defender a muchos hombres, víctimas del mismo, que han sido sometidos a veces a "problemas de conciencia" también muy graves, como cuando se les plantea la alternativa entre callar para conservar el pan o hablar arriesgando su pan.
"No se ha actuado para hacerle el juego a la Derecha, ni a nadie; sino, precisamente, a la democracia y a la posibilidad real de seguir adelante con una política de cambios en nuestro país."
Pasa Leighton enseguida a preguntar qué es exactamente derechismo y pone el ejemplo de Allende, que ha dicho "que no es tan indispensable la formación de una Asamblea Popular, lo que el Partido Socialista considera como una condición 'sine que non' para continuar adelante. El Presidente, en cambio, les dice: 'despacio, no es para tanto, habrá que estudiarlo, ¡no nos precipitemos ...! ¿No es esto 'derechismo'?"
"Cuando Frei decía algo parecido frente a algunas impaciencias durante su gobierno se le decía reformista y que no hacía una revolución, sino una farsa. Pero, sucedía que todo el empeño del Presidente nuestro consistía en dar los pasos que se pudiera hacia adelante, pero no para caer en el vacío ni en la anarquía, ni para agravar los problemas pendientes, y para evitar que cuando se abría un frente tan grande como el frente de la Reforma Agraria y de la sindicalización campesina, no se abrieran también otros frentes corriendo el riesgo de una inminente falta de alimentación en Chile. Que cuando se iniciaba la recuperación de las riquezas básicas no corriéramos, tampoco, el riesgo de quedarnos sin dólares con qué importar los alimentos que necesitábamos para la alimentación del pueblo. Ese era el sentido de la política nuestra, servida por Frei. La suya no era una política fundada en una ambición pequeña."
Más adelante se refiere a la construcción del PDC:
"... cuando los que se fueron sostienen que el Partido es un instrumento que no sirve, no saben, parece, lo que ha costado formar este instrumento. Años y años; miles y miles de hombres y mujeres; viejos y jóvenes sacrificándolo todo, desde el tiempo restado a sus labores o a su hogar, a su mujer o a sus hijos, a sus padres, hasta bienes materiales que se perdían, sentimientos que se callaban, esfuerzos que se aunaban. Para formar un partido de esta magnitud, amigos míos, ha habido mucho esfuerzo humano acumulado. Tenemos que conservarlo intacto, como decía Narciso Irureta."
Leighton les reprocha a los que se fueron de abandonar el partido en un momento difícil, cuando el gobierno de Allende "está al borde de tremendas emergencias" que requerirán del concurso sereno y firme de los DC.
"El gobierno del señor Allende, para poder realizar una transformación revolucionaria de Chile dentro del marco democrático, como yo creo sinceramente que lo piensa el Presidente, tiene que contar con nosotros. Manifesté una vez en privado al señor Allende: 'la hazaña que tú quieres hacer, o la haces con la DC o no hay posibilidad de hacerla'."
Y más adelante:
"El gran enemigo del Gobierno del señor Allende son los que exageran, son los infantilistas de izquierda, por no usar otra expresión. Son todos esos que hasta han llegado a cometer crímenes. Nosotros lo sufrimos en el propio cuerpo de nuestro Partido y sólo la entereza moral de la DC hizo posible que no explotáramos políticamente el crimen" (alude al asesinato, dos meses antes, de Edmundo Pérez Zújovic, ex-ministro del Interior de Frei y también, al igual que Leighton, ex-Vicepresidente de la República). (18)
La posición política de Leighton frente al gobierno de Allende es vista por la Derecha con desconfianza. La revista "Qué Pasa" lo considera "colocado hoy en el vértice más 'izquierdista' de la DC". En una entrevista que le concede le preguntan: ¿Cómo juzga al actual régimen? Responde:
"Este es un régimen legal. Es la tendencia que está tratando de continuar una transformación profunda, con algunas coincidencias con puntos de vista nuestros. ¿Marxismo a corto plazo? No, porque hay fuerzas que se oponen a él."
- ¿Y eso basta?
"Creo que sí."
- ¿El peor enemigo de la democracia?
"La dificultad para llegar a algunas soluciones concretas que el país necesita en la hora actual."
En mayo de 1972 el país vive ya una polarización política enorme.
La crisis económica ha entrado en tierra derecha. Posiciones como las de Leighton encuentran dificultades cada vez mayores para hacerse oir e imponerse. La prensa opositora, además, tiende a disminuirles su importancia, cuando no a ocultarlas. La prensa de izquierda, en su ceguera radicalizada, tampoco hace nada por destacarlas. Leighton mantiene, no obstante, imperturbable sus puntos de vista. En dicho mes, concede una entrevista a "Mundo 72". Su texto completo merece reproducción:
- Desde hace algún tiempo, la DC ha venido entrando en alianzas electorales con la Derecha. ¿Qué opinión le merece la conocida frase de Radomiro Tomic que advierte que 'cuando se gana con la derecha, es la derecha la que gana'?
"Para responder su pregunta, permítame hacer previamente algunas consideraciones que me parecen indispensables. La DC está en la oposición, porque en ese lugar la dejó el pueblo tras las elecciones presidenciales de 1970. La Derecha también quedó fuera del gobierno, al ser derrotado su candidato Jorge Alessandri. Estando ambos partidos en la oposición, me parece que no puede ser tan sorprendente que coincidamos a veces con el Partido Nacional, incluso en el terreno electoral. Naturalmente, estas coincidencias se dan en el terreno en que, para nosotros, pueden darse, esto es en el campo de la oposición sinceramente democrática. Nosotros no podríamos, por ejemplo, tener ninguna suerte de coincidencia con grupos fascistas como es el que encabeza el señor Pablo Rodríguez, líder de Patria y Libertad. Por eso, las coincidencias con el Partido Nacional me parecen comprensibles. La frase de Radomiro Tomic tiene, a mi juicio, el carácter de una advertencia política, pero no es un dogma. Si lo fuera, habría que concluir que la izquierda ha permitido muchas veces que la Derecha triunfe, porque en reiteradas oportunidades se han aliado en contra nuestra. Sin ir más lejos, el Presidente Allende logró hace pocos años llegar a ser Presidente del Senado gracias a los votos de los parlamentarios derechistas. Y yo no creo que eso haya sido un triunfo del Partido Nacional."
- Pero, ¿no le preocupa que estas coincidencias se vayan haciendo cada vez mas profundas y reiteradas?
"Me preocupa, claro está. Hago todo lo que está a mi alcance por contrarrestar la mala imagen que ello produce, porque estoy convencido de que las coincidencias no son de fondo. Más todavía. Tengo la impresión de que deliberadamente, desde diversos sectores, tratan de silenciarse actitudes o posiciones nuestras que nos diferencian claramente de las que adoptan los derechistas. Yo creo que es preciso, por ejemplo, otorgarle toda la importancia al hecho de que la DC forma parte de la CUT y participa en las próximas elecciones de ese organismo sindical, el más representativo de los trabajadores chilenos. Naturalmente, para la Derecha la CUT es un antro comunista, al que hay que tratar de destruir en lugar de fortalecer. Esa es una divergencia notable, que yo creo de fondo, y que no ha sido lo suficientemente valorada..."
- Usted, diputado Leighton, no dice que dentro de su partido ha habido importantes sectores que han hecho todo lo posible por impedir que la DC participe en la CUT...
"Esto es cierto, es evidente. Pero, ¿qué quiere? Ellos no ganaron. Nos impusimos los que creíamos que debíamos participar en la CUT. Es que los partidos políticos son así. Existe democracia interna y hay, entonces, posiciones que pierden y otras que se imponen. Y eso ocurre en todas las instituciones; con la sola excepción de algunos partidos comunistas ortodoxos, van quedando muy pocos donde las resoluciones siempre se adoptan por unanimidad. En todo caso, yo quiero decirle de la manera más categórica que no hay razones para afirmar que nuestras coincidencias circunstanciales con la Derecha puedan esconder un compromiso más profundo con ella. Estoy muy cierto de que el alma de la DC no está comprometida con la Derecha ni con nadie, salvo con su doctrina".
- Hace algunos momentos Ud. hizo una afirmación discutible. Dijo que los resultados de las elecciones de 1970 habían dejado a su partido en la oposición. Da la impresión de que Ud. cree en el determinismo político. ¿No cree que hubo posibilidades después del triunfo de Allende de haber consolidado un sólido y amplio frente de todos los chilenos que estaban realmente por los cambios?
"Radomiro Tomic así lo planteó antes de las elecciones presidenciales. Pero su anhelo no pudo concretarse por razones muy profundas y de peso. Vinieron las elecciones y perdimos. No podíamos entonces tener la pretensión de seguir en el Gobierno. El pueblo nos había señalado otro lugar. Y hubiéramos provocado mucha confusión de haber intentado desoir el veredicto popular, a través de alianzas precipitadas y difíciles de explicar. Me parece que está bien que la DC esté en la oposición. Creo que eso es lo mejor para Chile y para el Gobierno de Allende. Que esté allí colaborando con las iniciativas positivas y denunciando las desviaciones. Creo que en líneas generales es eso lo que hemos hecho.
- ¿No le asalta el temor de que con esta actitud se esté pavimentando el camino para que en 1976 se repita el mismo esquema de 1964, vale decir que la Derecha apoye a un candidato DC?
"Me parece muy difícil que ello llegue a ocurrir, porque de 1964 hasta ahora han pasado muchas cosas. Y desde hoy hasta entonces, pueden ocurrir muchas otras. Lo único que espero que no ocurra sería un quiebre de la institucionalidad; y a ello yo me opondría con todas mis fuerzas. No, claro está que no. El PDC solo no puede de nuevo llegar al poder. Tendría que entrar en alianzas con otros grupos. Yo pienso que, llegado el momento, encontraremos a otros grupos que quieran marchar con nosotros, incluso algunos que están hoy en el Gobierno".
- Don Bernardo, ¿hay en Chile menos democracia que hace un par de años? ¿Está ella en peligro grave, como algunos pretenden hacerlo creer?
"Hay la misma democracia. Incluso ella se ha extendido a sectores donde antes no era real, y me enorgullece decir que fue nuestro Gobierno el que empezó este proceso. Sí, hay tanta democracia como hace un par de años. ¿Que si está en peligro? Siempre lo ha estado, porque siempre ha habido extremistas de derecha e izquierda que buscan destruirla, con la complicidad de los egoístas y de los indiferentes".
- Por favor, en breves palabras ¿qué juicio le merece el Gobierno de Salvador Allende?
"El actual régimen constituye, a mi juicio, una tentativa bastante decidida de profundizar dentro del sistema democrático el proceso de cambios de estructuras que nosotros iniciamos. Estimo que Allende encuentra fuertes obstáculos para realizar su propósito. Las dificultades se originan tanto dentro de la propia coalición gobiernista, donde hay elementos que parecen no entender la intención de Allende, como en la oposición. Allí hay quienes se oponen a los cambios, como es el Partido Nacional, y quienes estamos en favor de los cambios, pero en contra de las desviaciones. Me parece que el papel que le corresponde a la DC hoy, es permanecer alerta para que el proceso de cambios se profundice y no se desvíe. Eso es lo que debe diferenciarnos claramente de una Derecha que abierta o solapadamente lo que busca es impedir las transformaciones."
La cita in extenso contiene muchos elementos proféticos de primer orden. Además, Leighton vuelve a reiterar, una vez más en su vida, que si hay quiebre institucional, él se opondrá con todas sus fuerzas a ello. En ese momento no sabe que deberá cumplir con esta palabra dentro de apenas un año y unos pocos meses más.
Durante todo el resto del gobierno de Allende, lo vemos cada vez más intensamente preocupado por hacer madurar acercamientos entre la DC y la UP sobre puntos concretos. Muchos de sus pasos no llegan a ser conocidos por opinión pública, pues se realizan en reserva, a fin de llevarlos a cabo con más eficacia para el fin perseguido. No por eso dejan de ser menos importantes para poner de relieve su vocación democrática y popular, en la medida en que busca simultáneamente preservar la convivencia democrática y llegar a soluciones concretas dentro del proceso de cambios y transformaciones en marcha. Lo desespera el dogmatismo y el sectarismo existente dentro de las filas del gobierno, como de la oposición. En los debates internos advierte constantemente en contra de estos males y de sus perniciosas consecuencias. Contempla casi con tristeza la falta de claridad de muchos altos dirigentes, de todos los colores, que demuestran poca fuerza y entereza para imponerse a sus bases y darles orientaciones precisas. El enceguecimiento de los espíritus le parece fatal.
En marzo de 1973 hay elecciones generales de parlamentarios. Leighton vuelve a postular a la Cámara de Diputados. La campaña electoral se lleva a cabo en medio del ambiente polarizado que dejó el paro de los camioneros y otros gremios en octubre de 1972. Sus consecuencias más graves se ven apenas frenadas por la presencia en el Ministerio del Interior del General Carlos Prats, que actúa con gran altura y dignidad en esos momentos tan difíciles.
Leighton no cae en esta vorágine. Su campaña, digna de estudiarse algún día detenidamente y por separado, es un modelo de sencillez y espíritu positivo, de generosidad y seguridad en sí mismo.
Modelo de sencillez: su propaganda casi no se ve por lado alguno, no se derrocha dinero. A lo más el candidato habla en algún foro organizado por algún medio de TV o radio, mientras recorre incansablemente las asambleas para ponerse en contacto directo con la gente.
Espíritu positivo: toda su prédica es por la democracia y los cambios, por la fecundidad del diálogo, por la necesidad de llegar a acuerdos en torno a soluciones concretas. Sus críticas al gobierno son elevadas y siempre acompañadas de llamados a la oposición de no caer en el círculo infernal orquestado por los extremistas de ambos lados.
Generosidad: Leighton no pide el voto para sí, sino que para la DC. Acompaña a otros candidatos, a Ricardo Hormazábal de la JDC, por ejemplo, y pide el voto para ellos, aún dentro del mismo distrito por donde es candidato. En medio de la tormenta de la polarización, estas actitudes parecen perderse y no son vastamente conocidas, pero están en el recuerdo de cientos de testigos que, desconcertados, pero positivamente impresionados, le ofrecen su simpatía, su apoyo y, muchas veces, su trabajo desinteresado por su candidatura.
Seguro de sí mismo: Leighton cree realmente en la eficacia de los medios pobres, despojados de todo aparato. No duda un instante de que va a ser elegido. Al revés, los políticos educados en la escuela de los medios ricos, que no creen en el éxito si no ha habido una campaña donde ha corrido generosamente el dinero para organizar una enorme propaganda en las calles, por la TV y la radio y con grandes avisos en los diarios, miran con desdén o hasta compasión a este político que pareciera haber perdido, pese a su enorme experiencia, el sentido de las proporciones y de la necesidad de métodos "modernos", como los llaman, para ganar elecciones.
El resultado no ha sido destacado suficientemente. Leighton obtiene la primera mayoría por Santiago en diputados, quebrando todos los pronósticos. Su triunfo es una prueba de que sus planteamientos todavía encuentran apoyo en la ciudadanía. Son un mandato claro de continuar por el camino que él ha contribuído a trazar para la DC. Leighton no ha dudado jamás de la corrección de sus planteamientos, pero esta confirmación de los mismos, una vez más, lo estimula a seguir por la ruta señalada.
Empieza entonces la dramática recta final del gobierno de Allende. Salen los militares del gabinete y se restablecen condiciones similares a las que había en octubre de 1972, o sea, se vuelve a la polarización desenfrenada. En mayo de 1973 la directiva del PDC es renovada y triunfa una línea de oposición más dura al gobierno, que la sostenida por la directiva de Fuentealba y Leighton. Encabeza esta posición el senador Patricio Aylwin. Leighton no se deja amilanar. Comunicando siempre sus pasos a la Directiva, continúa intensamente sus trajines por buscar consensos y soluciones concretas a los problemas que van surgiendo.
Sin embargo, resulta evidente que su acción equivale a una 'gota de agua en el mar'. El gobierno se ha abierto simultáneamente muchos frentes, perdiendo poco a poco el control de la situación global. La movilización del pueblo en defensa del régimen impresiona a muchos y adormece a sus partidarios y a muchos de sus dirigentes, pero no alcanza a enfrentar con éxito sino algunos de los problemas que lo atenazan por todos lados.
El resto de la historia es conocida. Veremos el pensamiento de Leighton sobre muchas cosas de esta época por lo que escribe o dice después del 11 de septiembre de 1973. Por eso es importante llegar a ese instante de la historia de Chile.
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