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Location: Valparaíso, Quinta Región, Chile

Casado con Nina María Soto (1964): 8 hijos, 16 nietos. Estudios: Derecho (Chile); Ciencias Políticas (Heidelberg, Alemania). Habla, lee y escribe alemán e inglés. Lee francés, italiano, portugués y holandés. Computación desde 1983. Internet desde 1994. Bloggers desde 2005. Autodidacta. Adaptable a las responsabilidades asumidas. Últimos cargos públicos: Agregado Científico en embajadas de Chile en Alemania y Holanda (1991 a 1995), Embajador de Chile en Venezuela (entre 1995 y 2000). Secretario General del Sistema Económico Latinoamericano, SELA (2000 - 2003) Libros: "Hermano Bernardo" sobre Bernardo Leighton y "La no-violencia activa: camino para conquistar la democracia". Numerosos ensayos políticos en diversas publicaciones. Profesor universitario (Chile y Alemania), periodista (prensa y TV) y diplomático. Hago consultorías y escribo permanentemente sobre muy variados temas. Actualmente soy Presidente del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, con sede en Santiago.

Monday, July 31, 2006

CAPITULO XII

PARENTESIS PROFESIONAL CON FUGACES
INCURSIONES POLITICAS (1952-1964)

"Cuando salí del Ministerio de Educación debí dedicarme intensamente a ejercer mi profesión, porque mi situación económica se había empeorado peligrosamente. Trabajé de preferencia como abogado de sindicatos. Nunca fui abogado de empresas. Esto me alejó bastante de la actividad política a partir de 1952. Debimos dejar la casa donde vivíamos, porque no nos alcanzaba para pagar el arriendo. Tuvimos que vivir un tiempo en la casa de un tío de mi mujer. Sólo más tarde pudimos comprarnos una casa pequeña, que conservamos hasta hoy."

Imposible dejar pasar estas palabras de Leighton sin un breve comentario. La función pública no lo ha enriquecido. Sale pobre del Ministerio de Educación. No le alcanza siquiera para pagar el arriendo de la casa en que vive. Debe irse a vivir a la casa de un pariente de su esposa. Hay aquí todo un símbolo del estilo practicado durante toda su vida. La política es un servicio, una vocación, vivida con desinterés y desprendimiento. Leighton afirma que son muchos los políticos que no se han enriquecido con la política, sino todo lo contrario. Esto desmiente la imagen proyectada por cierta propaganda.(13)

Respecto al abandono del Ministerio por parte de la Falange, Leighton señala que se produce dentro del marco difícil generado por la situación interna del Partido Radical, agitado al extremo por la elección de su candidato presidencial. Un sector del mismo, que constituye la corriente llamada doctrinaria, llega a no reconocer la nominación oficial de Pedro Enrique Alfonso, triunfante en la lucha interna del Partido Radical. "Creo que todo esto desgastó desde la partida a la candidatura, que los falangistas a la postre apoyamos. Aunque Ibáñez llegó muy lejos delante del candidato radical, pienso que el resultado pudo ser más estrecho de no mediar estas desgraciadas circunstancias."

"Respecto a Ibáñez pensé siempre que si ganaba no volvería ser dictador. Aunque yo no fui partidario de levantar la candidatura de alguien que había sido dictador, nunca creí que volvería a serlo. Y así sucedió. Fue un Presidente que respetó la Constitución. Incluso más, al final de su gobierno derogó la Ley de Defensa de la Democracia, sustituyéndola por la de Seguridad Interior del Estado, y dictó una nueva ley electoral que estableció la cédula única, vieja idea de Jorge Rogers, que terminó con el cohecho. Para llevar a cabo estas medidas, logró un pacto de saneamiento democrático en el que participamos los demócratas cristianos, los radicales y los socialistas."

"Recuerdo que Juan Bautista Rossetti trató una vez de presentarme a Ibáñez. Yo no quería, porque pensaba que él no tenía interés en ello. Pero Rossetti insistió y durante una recepción en la Nunciatura se acercó conmigo a él y presentándome le preguntó si me conocía. Ibáñez respondió secamente: 'Sí, lo conozco' y no dijo nada más. Es posible que se haya acordado de mi participación en su caída, desde las barricadas de la Universidad. Otra vez nos saludamos cortés, pero fríamente durante los funerales del ex-Alcalde de Santiago don Absalón Valencia. Fueron los únicos contactos personales que tuve con este personaje tan especial de la política chilena. Ibáñez tenía un talento no corriente. Hubo quienes sostenían que era fuerte, pero no inteligente. Don Rafael Luis Gumucio pensó, en cambio, todo lo contrario: que era muy inteligente, pero débil. Su aspecto era simpático y cordial, a pesar de su figura solemne y militar que tenía. Pienso que durante su segundo gobierno sólo quiso borrar el recuerdo de su dictadura. Eso le preocupó mucho, creo."

"Siendo yo Ministro del Interior del gobierno de la Democracia Cristiana bajo la Presidencia de Eduardo Frei, le planteé a él la necesidad de colocar en la Moneda el busto del ex-Presidente Ibáñez, ya fallecido. Frei me encargó que me preocupara del asunto y así lo hice. Hablé con la familia y ésta hizo hacer el busto, que resultó una obra magnífica, una de las mejores que llegaron a decorar la galería de los presidentes del palacio de la Moneda. Tuve el honor de estar con el Presidente Frei y con miembros de la familia Ibáñez, durante la inauguración del busto."

"Mis actuaciones políticas durante el período presidencial de Carlos Ibáñez del Campo fueron esporádicas. Una vez fue candidato a diputado por Santiago, en una elección complementaria, mi gran amigo Rafael Agustín Gumucio. La oposición al gobierno se reunió tras él. ¡Proteste con Gumucio! fue el grito de batalla. El candidato del gobierno fue Clodomiro Almeyda, del Partido Socialista Popular. Participé, naturalmente, en la campaña con gran entusiasmo y ganamos. La Falange pasó a tener cuatro, en vez de tres diputados. Poco tiempo después se nos agregó un quinto, José Musalem, al fusionarse con nosotros el Partido Nacional Cristiano, que él presidía."

"Por ese tiempo empezó el crecimiento acelerado del social-cristianismo chileno. En las elecciones municipales de 1956 pasamos a tener el 9% de los votos y un año después, en 1957, subimos al 13% en las elecciones parlamentarias. En 1957 creamos el Partido Demócrata Cristiano, fusionando al Partido Conservador Socialcristiano, a la Falange y otros grupos pequeños de ex agrario-laboristas."

"En 1958 llevamos por primera vez candidato propio a la Presidencia de la República, designándose al efecto a Eduardo Frei. Durante esa campaña trabajé bastante. Si bien salimos terceros, el partido salió fortalecido. Los 16 diputados que habíamos obtenido en 1957 prestaron un gran servicio."

"Durante el gobierno de Jorge Alessandri, entre 1958 y 1964, seguí básicamente dedicado al ejercicio de la profesión. Pese a ello, participé en algunas actividades políticas nuevamente. Así por ejemplo, fui de nuevo candidato a diputado por Santiago, en una elección complementaria en 1962. Fui derrotado por Gustavo Mönckeberg apoyado por la derecha y los radicales. El otro candidato perdedor fue Sergio Recabarren, apoyado por la izquierda. Como dato curioso puedo señalar que mis dos adversarios habían pertenecido en su juventud al nazismo criollo, que, para diferenciarlo del alemán, ellos lo escribían con "c": nacismo, Partido Naci, etc."

"Aparte de esto tuve otras actuaciones muy esporádicas. Por ejemplo, cuando murió un dirigente nuestro del sector de la Salud, al ser atropellado por un carro lanza-agua (popularmente llamados 'guanacos') de Carabineros que iba retrocediendo. En el cementerio le rendí homenaje, dejando expresa constancia que no veíamos responsabilidad gubernamental o policial en este hecho. Para nosotros fue una pérdida dolorosa, porque se trataba de un gran dirigente sindical."

"Durante estos años siguió creciendo la Democracia Cristiana. Así la ley que prohibía los pactos electorales, dictada a iniciativa de conservadores y liberales especialmente para perjudicarnos, terminó favoreciéndonos y permitiéndonos alcanzar una alta representación parlamentaria en las elecciones generales de 1961 (23 diputados y el 16% de la votación). En 1963, en las elecciones municipales, pasamos a ser la primera fuerza política individual del cuadro político chileno, colocándonos en óptima situación para poder aspirar con éxito a la Presidencia de la República. La DC sacó, en efecto, el 22,7% de las preferencias, desplazando de su primer lugar al Partido Radical, que obtuvo el 21,6% ." (14)

"El entusiasmo que reinaba al interior del partido era contagioso. Se transmitía a todos los rincones del país. En los sindicatos y en las universidades tuvimos triunfos muy grandes. En estas últimas llegamos a tener la Presidencia de casi todas las federaciones de estudiantes. En la CUT pasamos a movernos entre un cuarto y un tercio de las fuerzas representadas en su interior. Ganamos posiciones en los sectores campesinos y de pobladores. Las mujeres nos dieron un apoyo especialmente entusiasta. Todo giraba alrededor de una voluntad común: llevar a cabo los cambios necesarios, sin caer jamás en la violencia. Consolidar la democracia como el instrumento más adecuado para transformar el país. Ampliar la participación del pueblo en las tareas y bienes de la nación."

Por esta época cumple Bernardo Leighton 30 años como abogado, exactamente el 8 de julio de 1963. Como tiene derecho a jubilar presenta su solicitud y empieza a tramitarla. Un amigo personal suyo, Jorge Rogers Sotomayor, comprueba que Leighton está pidiendo jubilación de abogado, pudiendo hacerlo como diputado. Sin decirle nada, pide en su representación el cambio. Al ir tiempo después Leighton a ver cómo marcha su asunto, descubre la intervención de Rogers. Aunque muy agradecido por el gesto, no acepta el cambio y mantiene su decisión de jubilar sólo como abogado, renunciando a un ingreso mensual tres veces superior. A Leighton le parece absurdo jubilar en ese momento como parlamentario, en virtud de haberlo sido entre los años 1945 y 1949. Se trata, otra vez, de una conducta ética intachable, en que él renuncia a un derecho legal que, a juicio suyo, no es justo.

"En marzo de 1964 volví a la actividad política y me dediqué a trabajar por Frei en su segunda candidatura presidencial. Por esos días se produjo la elección complementaria de un diputado por Curicó, que pasó a la historia como el "naranjazo", por el triunfo del Dr. Naranjo sobre el candidato de la derecha y el de la DC. Recuerdo que antes del acto electoral tuve una conversación con Salvador Allende y le dije que si ellos triunfaban ganarían un diputado, pero perderían la Presidencia de la República. Salvador me miró escéptico. Por mi parte, producida la elección y retirada la candidatura de Julio Durán por propia decisión suya, me moví de inmediato para que se produjera el apoyo de la derecha a Eduardo Frei. Hablé especialmente con dirigentes conservadores y también con algunos liberales. Les dije que a ellos no les quedaba otro camino que apoyar a Eduardo Frei en forma incondicional. Sabían ellos que bajo su gobierno se respetarían la Constitución y las leyes, pero que se llevaría a cabo, sin transacción alguna, el programa de reformas económico-sociales que estimábamos imprescindibles para hacer avanzar al país. Este planteamiento tomó muy rápidamente cuerpo dentro de ambas fuerzas y terminaron aceptando el retiro de Durán y dándole su apoyo al candidato de la DC. Frei, entretanto, no se cansó de repetir al país que no cambiaría su programa ni por un millón de votos. El apoyo de la derecha tuvo un sólo problema durante la campaña: su anticomunismo y el temor que a través de su propaganda sembraron en el electorado. La izquierda bautizó esto como 'campaña del terror'. Nosotros fuimos contrarios a esto y se lo llegamos a plantear al propio gobierno de Jorge Alessandri. Una vez hablamos este asunto con don Sótero del Río, Ministro del Interior, un hombre fuera de serie por su honestidad, capacidad y espíritu abierto para ejercer el cargo que tenía. Estuvo de acuerdo con nosotros que dicha campaña atemorizante era insana y que había que tratar de evitarla. Pese a que el Ministro y el Presidente procuraron frenarla, ella siguió adelante y hasta un discurso grabado de doña Juana Castro, terriblemente contraria a su hermano Fidel, fue irradiado al país poco antes de la elección. Nosotros fuimos contrarios a esto, porque pensábamos que eso envenenaba la atmósfera política y dificultaba, entonces y después, el diálogo normal de todos los partidos políticos, tan necesario para el buen funcionamiento de la democracia. Creo que el tiempo nos dio la razón. En las elecciones presidenciales de 1970 volví a preocuparme de este asunto y hasta presidí una comisión investigadora de la Cámara, que puso de relieve aspectos bastantes ingratos de este método político tan perjudicial para la convivencia democrática."

De este último tema volverá a hablarse al final del próximo capítulo.

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