CAPITULO XIII
DE LA REPUBLICA Y DIPUTADO BAJO LA PRESIDENCIA DE EDUARDO FREI (1964-1970)
"El 4 de septiembre de 1964 triunfó Frei por una mayoría inmensa de votos, no necesitando ser elegido por el Congreso Pleno. Pudo, en consecuencia, dedicarse con relativa tranquilidad a preparar su gobierno, empezando por buscar a las personas que lo podrían acompañar como ministros de su gabinete. A mí me ofreció ser su Ministro del Interior, cosa que acepté después de pensarlo durante algunos días. Cuatro designaciones recayeron en hombres que lo acompañarían a lo largo de todo su mandato: Gabriel Valdés, Ministro de Relaciones, Hugo Trivelli, Ministro de Agricultura, Ramón Valdivieso, Ministro de Salud y Raúl Troncoso, Ministro Secretario General de Gobierno. Nunca en mi vida había visto un caso de estabilidad igual. Frei, tuvo, en realidad, muy pocos cambios ministeriales. Durante los días previos a la toma del mando, estudió muy a fondo los pasos que daría apenas asumiera. De allí salieron orientaciones de trabajo para mucha gente, que se dedicó a preparar todo lo que se iba a hacer. Estudios previos había muchos, de modo que la tarea estaba bastante adelantada. Allí se acordó darle prioridad a la "chilenización del cobre", eje central del financiamiento del desarrollo chileno; se decidió también llevar a cabo una gran ofensiva en la educación, para que llegara a todo niño chileno; se le señaló también una clara prioridad a la reforma agraria, aplicando la ley vigente y preparando una nueva ley más dinámica y avanzada; se dieron los pasos para estimular, por vías legales nuevas, la sindicalización campesina y la participación popular en general, especialmente a través de los centros de madres y juntas de vecinos. En el campo internacional se decidió, desde una perspectiva latinoamericanista, darle mucha prioridad a la total integración y a la normalización de las relaciones con los vecinos. Especialmente con Argentina se quiso acelerar la solución de los problemas limítrofes pendientes y acrecentar la cooperación económica entre las dos naciones hermanas. Se resolvió también restablecer relaciones diplomáticas normales con los países socialistas de Europa."
"En este programa de gobierno recogimos muchas ideas que habían tenido un largo desarrollo. La reforma agraria, por ejemplo, nos preocupó desde muy temprano en nuestra vida política. Ya en el Partido Conservador habíamos escuchado a algunos dirigentes inquietos por esa materia. Después, cuando Frei fue Ministro de Obras Públicas, en 1945, planteó el asunto a través de un proyecto de ley de fondo de regadío. La estructura agraria era completamente inadecuada para satisfacer las necesidades de alimentos del país y de tierras para aquellos que realmente la trabajaban".
"Nuestras inquietudes por las deficiencias educacionales del país se plasmaron en el plan que en esta materia llevamos a cabo. Y así en muchos otros campos."
"Como Ministro del Interior definí dentro del gabinete un criterio que me parecía importante. Yo no era jefe de gabinete en el sentido europeo occidental de la expresión, esto es, jefe de gobierno, sino que mi tarea se limitaba al campo administrativo. En Chile, conforme a la Constitución de 1925, continuadora de la de 1833, el jefe de gobierno se confunde con el Jefe de Estado en la persona del Presidente de la República. Es él quien tiene la conducción política del gabinete, cosa que, por lo demás, han hecho todos los Presidentes y, por supuesto, también Frei. La dimensión política del cargo de Ministro del Interior adquiere su máxima dimensión cuando le corresponde ocupar el cargo de Vicepresidente de la República. Me correspondió cuatro veces ejercer ese cargo, una vez por casi un mes completo, cuando Frei viajó a Europa."
"En el gabinete mantuve mi criterio de no discutir en lo posible materias de detalles, correspondientes a cada ministerio. Al reunirse los Ministros debían, a mi juicio, discutir las líneas gruesas solamente. Los detalles podían hacerlo en sus respectivos Ministerios o directamente con el Presidente de la República."
"El Ministerio del Interior fue el que ejercí con más tranquilidad. Cuando fui Ministro del Trabajo tuve pesadas jornadas, especialmente cuando viajaba a tomar directo contacto con los conflictos que se planteaban. Se había creado ya el Frente Popular, que tenía gran influencia entre los trabajadores, haciendo más difícil mi tarea. En el Ministerio de Educación, como ya expresé, la tarea era pesadísima en el campo administrativo. Quitaba mucho tiempo y costaba encontrar el tiempo necesario para ver las cosas en su conjunto y poder planificar. Tal vez por la madurez que dan los años, el Ministerio del Interior me resultó el más aliviado de los tres."
"A raíz de unos almuerzos que tuve al comenzar a ejercer mi cargo como Ministro del Interior con los diputados liberales, destinados a buscar acuerdo para algunos proyectos en la Cámara de Diputados, me bautizaron en un artículo como el 'hermano Bernardo'. El tono del artículo era crítico e irónico. Alguien me dijo que contestara. No quise. Después resultó que este apodo, originalmente crítico, burlón, se convirtió en una forma cariñosa de tratarme, en un apodo amistoso y cordial que, por cierto, jamás me molestó. De alguna manera terminó reflejando lo que yo siento por las personas en el fondo de mi alma." (15)
"Las relaciones entre el Partido Demócrata Cristiano y el Gobierno me preocuparon siempre. Sostuve la tésis de que había que buscar llegar a acuerdo en todas las cosas importantes con el Presidente de la República y que, en caso de no lograrse, debía primar la opinión del Presidente. El Partido podía perfectamente seguir tratando de buscar la forma de llegar a un acuerdo. A pesar de muchas dificultades, esta fue la línea que se mantuvo durante todo el Gobierno. En el sistema político que había en Chile no cabía otra solución."
"En marzo de 1965 me correspondió tener el control de las elecciones parlamentarias. Las Fuerzas Armadas y Carabineros, que desde el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda tenían por ley la obligación de resguardar el orden público y velar por la corrección del acto electoral, actuaron impecablemente. El resultado para el PDC fue espectacular. Obtuvimos casi un millón de votos y sacamos 82 diputados y 13 senadores. Así, en la Cámara de Diputados quedamos con la mayoría absoluta. En el Senado no, porque allí sólo se elegía una parte del mismo. Hago memoria que, poco después de entrar en funciones el nuevo parlamento, asistí a la Cámara. Al mirar a sus miembros y compararlos con los que había conocido en 1924, cuando con 15 años visité por primera vez esa Corporación desde las galerías para el público, y con los que conocí cuando fui diputado entre 1945 y 1949, constaté cambios muy sustanciales en su composición social. De un parlamento de los grandes apellidos, se estaba ahora en uno con una variedad inmensa, donde predominaban los sectores medios y populares. La DC aportó, además, una presencia femenina bastante importante al llevar 10 mujeres a la Cámara."
"La falta de mayoría en el Senado debió habernos movido a buscar algún tipo de entendimiento político para llegar a tenerla. Pienso que debimos haber buscado el entendimiento claro con los radicales. Es evidente, miradas las cosas con distancia, que allí estuvo una de nuestras grandes equivocaciones. Puede argumentarse que ello era difícil, pero a la luz de la tragedia vivida por la democracia chilena, pienso que hubo allí una falla grave."
"Recuerdo también algunos momentos difíciles que me tocó vivir como Ministro del Interior. Tuvimos varias veces que acudir al uso de la fuerza pública. En el conflicto de la mina El Salvador hubo una circunstancia muy desgraciada. Nadie en el gobierno, yo incluido, quiso que se matara gente. En la Cámara de Diputados, no obstante, asumí personalmente la responsabilidad política de haber entregado el manejo del asunto a las Fuerzas Armadas. Al investigarse los hechos se vio que la desgracia se había originado en errores básicos, al igual que en Puerto Montt, cuando era Ministro del Interior Edmundo Pérez Zújovic. Tampoco él había dado entonces órdenes de proceder con violencia. Por desgracia, los policías, así como las fuerzas armadas, suelen no tener la capacidad de actuar e imponerse sin tener que recurrir a las armas. Y entonces suceden las tragedias."
"La responsabilidad política puede estar en manos de un civil o un militar, pero debe haber leyes muy precisas que tiendan a impedir los abusos de poder o su ejercicio precipitado e inconsulto, castigando severamente a los responsables en caso de haberlos."
"Otra actuación delicada que tuve fue la detención de la directiva del Partido Nacional. Lo hice conforme a la ley y poniendo a los detenidos de inmediato a disposición de los tribunales. Allí obtuvieron la libertad provisional primero y la incondicional después. La base de mi actuación estuvo en una violenta declaración de los nacionales donde se ponía en duda el patriotismo del Presidente de la República y de su Ministro de Relaciones, Gabriel Valdés. En política interna se nos acusaba de no fortalecer suficientemente a las Fuerzas Armadas. Esta parte coincidía casi textualmente con unos volantes que habían circulado al interior de la Marina tres meses antes de estos hechos. Juan de Dios Carmona, el Ministro de Defensa, me los había dado a conocer. En ellos se decía también que si el gobierno y el parlamento no daban respuestas satisfactoria a los problemas que señalaban, todos los oficiales de la Marina presentarían colectivamente su renuncia entre el 4 y el 8 de septiembre de 1967. Era evidente el propósito de crear una crisis con las Fuerzas Armadas y a mí me pareció ver nítidamente la misma mano en los volantes aparecidos en la Marina y en la declaración del Partido Nacional. Con la acusación a la directiva de dicho partido ante los Tribunales y su detención conforme a la ley, con entrega inmediata de los detenidos al Ministro en Visita encargado del proceso, buscábamos desbaratar cualquier intento de crearnos problemas en la forma que se amenazaba. Estimo que eso se obtuvo, pues cuatro días después de liberada la directiva Nacional, el Ministro de Defensa por citófono me comunicó que se había descubierto en la Marina a los autores de los volantes y que el asunto se había solucionado castigando a los responsables. 0 sea, al cumplirse el plazo que los volantes aparecían dándole al gobierno, en vez de presentar los oficiales sus renuncias, aparecieron los responsables y fueron castigados. Por un amigo mío del Partido Nacional, cuyo nombre me pidió no dar a conocer nunca, supe después de haber salido del Ministerio del Interior que la misma persona que había redactado la declaración de su partido había sido la autora de los volantes de la Marina. Otro dirigente de dicha colectividad política, conversando conmigo, trató de desvirtuar esta versión diciéndome que los que estaban involucrados en el asunto eran altos oficiales de la Marina que habían entrado después de retirados al Partido Nacional. Me pareció que, en el fondo, se trataba de la misma cosa, pues, salvo detalles, dicho partido aparecía en todo caso actuando a través de militantes suyos que eran, a la vez, marinos retirados. Cuando regresé como diputado a la Cámara, recibí una alusión de un diputado nacional por mi actuación en este asunto. Pensé contestarle, pero quise saber la opinión privada del Jefe de la Marina al respecto. Me dijo, que respetando mi derecho a hablar del asunto como parlamentario, él no veía ventajas para la Marina si se planteaba públicamente este asunto. Le agradecí su opinión y opté por no hablar."
"Uno de los firmantes del volante encontrado en la Marina y hecho circular dentro de ella, joven oficial expulsado por este hecho, tomó parte después en el asalto que le costó la vida al general René Schneider."
"A mediados de marzo de 1968 hice efectiva una invitación para visitar Europa con mi esposa. Al saberse de mi decisión, recibí la invitación de muchos gobiernos. El viaje, que perseguía el descanso, pues llevaba más de tres años trabajando sin tener vacaciones, resultó bastante intenso y agotador. Sin embargo, fue muy ilustrativo para nosotros, pues alternamos con altos dirigentes de la política europea, libremente, sin agenda, pues yo no iba en misión de gobierno. Quizá eso fue lo que hizo más interesante la gira, pues pudimos conversar con mucha soltura y libertad."
"Al retornar a Chile se empezaba a pensar en las elecciones parlamentarias de marzo de 1969 y en el Partido me plantearon la necesidad que yo postulara a un cargo de diputado una vez más. Acepté hacerlo por Santiago y, por eso, renuncié al Ministerio del Interior. Dejé, pues, las tareas de gobierno y regresé a la actividad partidaria. Allí encontré mucha acogida y un ambiente de unidad bastante grande, a pesar de las discrepancias que planteaba un sector que después cometió el grave error de retirarse de la DC."
"Varios años antes de los hechos aludidos, recuerdo que Luis Hernández Parker, uno de los mejores periodistas que ha tenido el país, me preguntó si yo sería en 1970 candidato a la Presidencia de la República. Le contesté que no. La razón de mi respuesta se basaba en mi pasada por la Vicepresidencia de la República. Ahí percibí casi físicamente que el cargo de Presidente era demasiado elevado y sin respaldo alguno. Era como estar sentado en un edificio alto al borde de su terraza sin tener donde afirmarse. Yo siempre sentí vértigo frente al vacío. Cuando anduve por Europa me negué siempre a subir a grandes alturas. Por ejemplo, no quise subir a la torre de Eiffel. Mi mujer sí lo hizo, pero yo me quedé abajo. Pues bien, esa misma sensación de vértigo ante el vacío me llevaba a rechazar la posibilidad de ser candidato a la Presidencia de la República. Mi negativa a la pregunta de Hernández Parker no contuvo aquella vez toda esta explicación. Otra razón estaba en la campaña presidencial misma. No habría resistido un ritmo como el que suelen llevar los candidatos presidenciales. Es muy duro."
"Por ese tiempo recibí también un recado de Jorge Alessandri en el sentido de que si yo era candidato a la Presidencia él no postularía."
"Se me ha reprochado el que yo haya rechazado estas ofertas, que podrían haber cambiado tal vez el curso de muchos acontecimientos. Es muy difícil discutir las hipótesis después de pasada la ocasión de verificarlas. A dos bandas, conmigo de candidato de la DC y del Partido Nacional, tal vez hubiese ganado Allende. Es otra hipótesis. En cambio, lo que es realidad y no hipótesis es que yo no quise bajo ningún concepto que se pensara en mí para ser candidato presidencial del Partido. Además, yo era partidario de que Radomiro Tomic fuese el candidato. Por eso estuve a su lado y participé con entusiasmo durante su campaña. No hay que olvidar también, que la detención de la directiva del Partido Nacional la ordené yo, de modo que apoyarme a mí era para ellos bastante difícil. Un colega de la Cámara, del Partido Nacional, me dijo que ellos jamás me habrían apoyado y que se habrían abstenido o votado incluso por Salvador Allende. Los elementos juveniles demócratas cristianos, por motivos diferentes, no habían sido grandes partidarios de mi política como Ministro del Interior. Por eso, la hipótesis queda en eso y nada más."
"Hay quienes nos han reprochado por no haber apoyado a la derecha y a su candidato en la elección presidencial. Esa posibilidad no tenía asidero alguno. Jamás se habría aceptado dentro de la DC un paso semejante. Con las posiciones de Jorge Alessandri teníamos discrepancias en prácticamente todo, salvo en la mantención del sistema democrático. Alessandri fue de esa línea."
"Tampoco era posible respaldar a Allende, que era sostenido por partidos que habían ejercido una muy dura oposición en contra nuestra."
"La causa misma de la polarización posterior no hay que buscarla en la elección presidencial "a tres bandas", sino en la incapacidad de todos los sectores políticos chilenos para unirse frente a los extremismos de derecha y de izquierda, que tomaron mucha fuerza por ese tiempo. La incapacidad para entendernos en torno a un consenso básico condujo al derrumbe de la democracia. Si la izquierda no ultrista hubiese luchado resueltamente por hacer los cambios defendiendo a la vez la democracia en contra de los extremistas de izquierda y las demás fuerzas políticas hubiesen sido enérgicas frente al extremismo de derecha, uniendo fuerzas cada vez que desde esos sectores se amenazase el sistema, éste podría haberse salvado. La tragedia es que el país fue lentamente quedando en manos de los extremismos. Por eso siempre he creído que hay que aislarlos políticamente. Es la única forma de preservar la democracia."
Durante todo este capítulo ha hablado Leighton sin ser interrumpido. Los recuerdos son más recientes. No obstante, los entrega en apretada síntesis, consciente de que, de lo contrario, llenarían por sí solos varios tomos. Destaca en esta parte la sencillez de siempre, simbolizada tal vez ejemplarmente en su postulación a diputado, después de haber sido Ministro del Interior y Vicepresidente de la República en cuatro ocasiones. Nada le impide aspirar al Senado, pero se excusa basado en su deseo de no salir de Santiago, donde en 1969 no se eligen senadores.
En su desempeño en la Cámara destaca la investigación, por una Comisión Especial presidida por él, para poner al descubierto y denunciar la llamada "campaña del terror".
Los antecedentes son abrumadores. Una agencia publicitaria, "Andalién", aparece organizando por encargo de la candidatura derechista, "una campaña directa, brutal, del terror", como lo dicen sus planes explícitamente. Para las mujeres ofrece, en cambio, "una campaña más positiva, mostrando el terror, allegando ideas sobre el futuro de la patria y lo que puede esperar ésta de las mujeres."
Un informe del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, firmado por el profesor Luis Soto Becerra, establece entre otras cosas que la mencionada acción publicitaria "contribuye a estimular la aparición de conductas socialmente desajustadas y a crear limitaciones al pleno desarrollo de las potencialidades de los individuos". Dicha campaña genera "sensaciones de temor y ansiedad". En el caso específico de los mensajes publicitarios en referencia "corresponden a un conjunto de estímulos destinados a provocar en la población un condicionamiento negativo respecto de ciertos grupos, partidos o ideologías comprometidas en el actual proceso electoral." Por último, respecto a los fenómenos de relaciones sociales de la población, "éstos tienden a ser influidos negativamente, por cuanto exacerban comportamientos agresivos, que, si bien en una situación preeleccionaria siempre tienden a elevarse, son sobreestimulados, facilitando expresiones manifiestas de agresividad. En otros términos, pueden llegar a constituirse en factores desencadenantes de violencia."
Leighton no vacila en denunciar esta campaña una vez más. Recuerda en su discurso en la Cámara, pronunciado el 19 de agosto de 1970, la gestión hecha en 1964 ante el Ministro del Interior, don Sótero del Río y la oposición de este último y del propio Presidente de ese entonces, Sr. Jorge Alessandri. Ahora, al repetirse el fenómeno, señala en su conclusión que este tipo de campaña "no le hace bien a Chile, deja huellas muy profundas que a nadie interesa producir en nuestras luchas políticas ni en nuestra convivencia democrática. Yo no deseo para un nuevo gobierno, que espero sea el nuestro, ni tampoco para otro, que sufra las consecuencias de esta campaña como gobierno. Por eso, si no logramos evitar todo lo que fue excesivo en la campaña de aquella época (1964), hemos tratado de evitarlo en esta campaña, no sólo por respeto a nuestros pensamientos, sino también al pensamiento de todos los señores diputados, cualquiera que sea el candidato que triunfe el día de mañana."
Días después de esta intervención, el 4 de septiembre de 1970, se lleva a cabo la elección presidencial. Su resultado, un triunfo de Salvador Allende por muy estrecha mayoría relativa de votos, abre una etapa difícil de la historia política chilena que, por ahora, se reduce a las vicisitudes del período de transición entre el gobierno cuyo mandato expira y el nuevo, que debe ser elegido en definitiva por el Congreso Pleno, de acuerdo con la Constitución.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home