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Location: Valparaíso, Quinta Región, Chile

Casado con Nina María Soto (1964): 8 hijos, 16 nietos. Estudios: Derecho (Chile); Ciencias Políticas (Heidelberg, Alemania). Habla, lee y escribe alemán e inglés. Lee francés, italiano, portugués y holandés. Computación desde 1983. Internet desde 1994. Bloggers desde 2005. Autodidacta. Adaptable a las responsabilidades asumidas. Últimos cargos públicos: Agregado Científico en embajadas de Chile en Alemania y Holanda (1991 a 1995), Embajador de Chile en Venezuela (entre 1995 y 2000). Secretario General del Sistema Económico Latinoamericano, SELA (2000 - 2003) Libros: "Hermano Bernardo" sobre Bernardo Leighton y "La no-violencia activa: camino para conquistar la democracia". Numerosos ensayos políticos en diversas publicaciones. Profesor universitario (Chile y Alemania), periodista (prensa y TV) y diplomático. Hago consultorías y escribo permanentemente sobre muy variados temas. Actualmente soy Presidente del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, con sede en Santiago.

Monday, July 31, 2006

CAPITULO X

CRISIS ENTRE LA FALANGE Y LA JERARQUIA ECLESIASTICA EN TORNO AL PROBLEMA COMUNISTA


Después de los hechos relatados, Bernardo Leighton se consagra a ejercer su cargo de diputado. Le corresponde muy pronto, vivir uno de los episodios más dramáticos de la Falange Nacional, cuando ésta llega a estar al borde mismo de la disolución. Los sucesos respectivos acaecen a fines de 1947 y comienzos de 1948, cuando la presidencia falangista ha pasado a manos de Tomás Reyes Vicuña. El punto central es la posición de los cristianos frente al comunismo y la relación comunismo y democracia, debate que es abierto por el Gobierno de Gabriel González Videla al romper con el Partido Comunista y procurar, con éxito a la postre, poner a ese partido fuera de la ley. La Falange se opone a ello por razones que se verán más adelante.

La tormenta estalla con un artículo de Monseñor Augusto Salinas, titulado "Enemigos de Cristo", donde se acusa a los falangistas de tales y de vender "a Cristo por el vil puñado de unas monedas constituidas por prebendas electorales".

La Falange protesta el 12 de noviembre de 1947 por estas palabras (publicadas en "El Diario Ilustrado" el 9 de noviembre) y le pide al Episcopado un pronunciamiento.

La situación se torna muy delicada al reaccionar éste en la forma que da pie a la interpretación de la Falange: respalda a Monseñor Salinas al considerarlo ofendido por la protesta falangista, mientras reitera en forma general las enseñanzas eclesiásticas contra el comunismo.

Ante esto, el Consejo Nacional de la Falange acuerda el 19 de noviembre de 1947, en medio de un dramatismo en que se derraman muchas lágrimas, citar "a la Junta Nacional del Partido para que reglamentariamente convoque a un Congreso Nacional Extraordinario los días 6, 7 y 8 de diciembre próximo, destinado a pronunciarse sobre la disolución de la Falange Nacional, y a resolver la situación de sus parlamentarios." Entre los firmantes figuran entre otros Tomás Reyes Vicuña, Presidente de la Falange, y Patricio Aylwin, José Piñera Carvallo, Eduardo Frei, Vicente Sotta, Jorge Rogers, Rodomiro Tomic, Ignacio Palma y Bernardo Leighton.

Los dados parecen tirados, la suerte de la Falange sellada.

No es así. Dos Obispos, a través de cartas con publicación autorizada por ellos, dirigidas a falangistas que les plantean consultas, rompen el círculo vicioso. Monseñor Manuel Larraín y Monseñor Bernardino Berríos, de Talca y San Felipe, respectivamente, aclaran que no existe condena alguna en contra de la Falange como tal, sino sólo una censura específica en contra de un acto suyo: la "protesta" en contra de Monseñor Salinas.

Reunida la Junta Nacional de la Falange señala que "oída la cuenta del Presidente Nacional y considerando la amplia y precisa respuesta dada por el Excmo. señor Obispo Diocesano al presidente provincial de Talca, Sr. Eugenio Cruz, acuerda: 1) Reafirmar la continuidad de la Falange Nacional, rechazando, en consecuencia, la posibilidad de su disolución ; 2) Cancelar la convocatoria al Congreso Extraordinario citado para los días 6, 7 y 8 de diciembre."

Este incidente tan crucial en la vida de la Falange Nacional y en la de sus fundadores, constituye la única crisis de magnitud con la Jerarquía Eclesiástica chilena. Superado el momento, la situación empieza a cambiar. Por un lado, la Falange acentúa su carácter de partido no confesional , abierto a todos, católicos o no, que adhieran a los valores del Cristianismo y a la doctrina social cristiana. Por el otro, la Jerarquía católica empieza a renovar aceleradamente sus cuadros, mientras penetra por todos lados el espíritu que conduciría en los años venideros al Concilio Vaticano II y, más tarde, a la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín.

Entretanto, el debate está planteado en un ambiente tenso y difícil.

La posición de Leighton frente al "problema de la democracia y el comunismo", queda estampada en su discurso ante la Cámara de Diputados del 8 de enero de 1948, al discutirse el proyecto de ley sobre facultades extraordinarias solicitadas por González Videla para iniciar el sometimiento del Partido Comunista. Allí desarrolla a fondo su concepción democrática y preanuncia el rechazo que posteriormente expresará toda la Falange a través de Tomic en contra del proyecto de ley sobre defensa de la democracia que terminará poniendo al Partido Comunista fuera de la ley. Leighton sabe que su exposición causará un vendaval de críticas desde la derecha. Por eso, parte advirtiéndolo:

"Nada puede hacerse en la vida sin riesgo, sobre todo, nada profundo y duradero, como nosotros, modestos pero seguros, anhelamos que sea en definitiva la obra falangista. Afrontamos, por tanto, los riesgos de nuestra palabra y de nuestros hechos, y aspiramos a llevar nuestra política hasta sus últimas consecuencias..."
Acto seguido entra en materia dejando constancia de su "más completo desacuerdo con el criterio que sustentan el Presidente de la República y la mayoría derechista-radical-agraria frente al hecho, a las actividades y a los propósitos del Partido Comunista de nuestro país."

Establece entonces algunos criterios generales para enjuiciar a los grupos y a las personas:

"Para juzgar a los partidos políticos, como para juzgar a los hombres, no basta conocer sus principios, ni siquiera conocer sus actuaciones particulares. El juicio recto se forma con los principios doctrinarios y las actuaciones concretas; pero todo eso requiere, además, una limpia y atenta observación a través de los años y de los acontecimientos."

A continuación recuerda que el país lleva 17 años viviendo en democracia y que los partidos han desarrollado en plena libertad sus actividades.

"Por eso en nuestro país nos conocemos todos. Nos conocemos en nuestras doctrinas y en nuestras actuaciones, sin que ya podamos ocultar nada, y durante un lapso de 17 años de libertad, que es suficiente para juzgar a las colectividades políticas."

Recuerda después su propia conducta política:

"Cada vez que en nuestro país existió una subversión contra el régimen constitucional, yo acudí a la Moneda menos cuando, como ocurrió el 26 de julio de 1931, en la Moneda se encontraba la subversión."

"Estuve en ese sitio, ofreciendo mi entera adhesión moral, cuando se sublevaron las marinerías de los buques de guerra, cuyos principales dirigentes eran comunistas, contra el gobierno del radical señor Trucco; cuando se rebelaron contra el gobiemo de los partidos históricos que presidía el señor Montero, un grupo de aviadores y los conglomerados socialistes del señor Grove; a pesar de haber renunciado poco antes al Ministerio del Trabajo, fui también a la Moneda durante el gobierno liberal-conservador del Excelentísimo señor Alessandri, en aquel negro día de septiembre en que pretendió dar un golpe de estado el nacismo criollo de las huestes del señor González von Marés, a las que pertenecían entonces varios actuales diputados y dirigentes del Partido Liberal. Estuve finalmente en la Moneda cuando el señor Ariosto Herrera, en concomitancia con oficiales de la Guarnición de Santiago, aplaudido y estimulado hasta la víspera por la prensa de derecha de esta capital, se levantó en armas contra el gobierno legítimo del Frente Popular, presidido por el señor Aguirre Cerda."

"En resumen, ninguna subversión del orden público me ha encontrado a su lado, sino al frente; y para escoger el lugar de mi ubicación no miré los principios, los nombres y los afectos de los sublevados o de los gobernantes; solamente observé dónde estaba la Constitución y dónde su amenaza. Dios ha de darme fuerzas en mi vida política para nunca alterar el criterio ni la conducta, y me interesa declararlo así honestamente ante todos y cada uno de mis colegas de esta Cámara."

Leighton es reiterativo en este punto hasta la saciedad y sus argumentos están avalados por una conducta concreta que nunca se ha apartado de los criterios por él enunciados. En su discurso continúa recordando una fecha: el 26 de julio de 1931.

"Si otros la olvidaron, yo no la olvido. Podríamos decir que ese día nacimos a la vida política no pocos hombres de nuestro país y de nuestro parlamento, en las barricadas de la Universidad." Menciona después a varios de ellos de los diferentes partidos y afirma que entra a juzgar "al Partido Comunista de mi Patria, con pleno conocimiento de causa. No ignoro su programa, ni sus propósitos ni su filosofía. Soy contrario a su doctrina, porque la integridad de la mía, Católica, Apostólica y Romana, que se funda en la razón natural, en el Evangelio de Cristo y en las enseñanzas de su Iglesia, me conduce a oponerme a todas las demás doctrinas que sustentan los hombres de nuestro tiempo."

"Soy anticomunista, como soy antiliberal, como en materia religiosa soy antiprotestante, como en materia científica, no soy positivista. Pero -perdón honorables colegas y amigos de esta Cámara- yo no me detengo en lo negativo, porque existe una interpretación vital de la doctrina cristiana, capaz de enfrentar a las otras doctrinas, más que combatiéndolas, superándolas."

"Hace 17 años, acababa de restaurarse el régimen constitucional en nuestro país. Los universitarios de la época continuábamos reuniéndonos en la vieja casa de la Alameda. Un amigo con quien habíamos estado juntos durante las más duras horas de aquellas jornadas inolvidables, comunista, empezó a repartir un volante que propiciaba la inmediata instalación de un "Gobierno de obreros, campesinos y soldados". No demoré en discutir la improcedencia absoluta de esta propaganda tendiente a barrenar los fundamentos del régimen de derecho recién establecido. Esta fue la primera disparidad que tuve con los comunistas a raíz de la armonía con que habíamos actuado conjuntamente."

Leighton recuerda a continuación la fundación de la Juventud Conservadora y el método de asambleas públicas que organizaron como medio de propaganda, donde hablaba el que quería para decir su pensamiento libremente. Señala que allí conoció aún más de cerca al Partido Comunista, "no ya exclusivamente en sus principios doctrinarios, sino en lo que vale inmensamente más, en la aplicación concreta, cotidiana, extendida a lo largo de 17 años, de esos principios, de sus consignas, de sus tácticas y de sus propósitos."

Su conclusión:

"Estoy convencido que el Partido Comunista mantiene intangibles las finalidades centrales del pensamiento marxista. Pero yo le he visto cambiar en la manera de aplicarlo. Y no vacilo en declarar que, a mi juicio, ese cambio ha sido favorable en cierta medida, a la preservación de nuestro régimen constitucional y al proceso de elevación de los trabajadores en la vida política, social, económica y cultural de nuestro país."

"Desde aquella proclama antes aludida hasta el discurso que pronunciara en el Senado el señor Neruda, ha pasado mucha agua bajo los puentes del Comunismo, mientras en el mundo se han desencadenado torrentes de lágrimas y de sangre. Como no aspiro al don de la profecía, ignoro lo que sucederá mañana, pero como deseo la paz y el progreso Chile, trato de contribuir a que el Partido Comunista no vuelva nunca más a la acción subversiva de aquel lejano tiempo y crea y sienta y viva que el régimen de derecho es el único sistema que hace posible aportar la justicia de cada idea, el bien de cada hombre al acervo de la patria común. Si las cosas no suceden en el porvenir como yo las anhelo, mis colegas comunistas de esta Cámara saben muy bien dónde me encontrarán: en la defensa incondicional de los principios que he sustentado con lealtad y con perseverancia. Pero entre tanto, los falangistas estimamos que someter al Partido Comunista a un régimen de excepción, como lo propone en sus frases textuales el Mensaje del Ejecutivo, contribuye a debilitar en lugar de fortalecer, las defensas específicas de la democracia."

Leighton aborda después el ángulo internacional del problema. Señala que "no es acorralando a un grupo de compatriotas como mejor se contribuye a fortificar la unidad del pueblo, sin la cual es inútil pretender realizar una política internacional estable, firme y gallarda."

Para Leighton la única forma que tiene Chile de buscar el común destino americano es hacerlo como lo ha hecho siempre, "realizando una suprema fidelidad: la fidelidad a sí mismo. Sostengo que la actual política internacional de mi país, a la que se vincula el proyecto en discusión (sobre renovación de facultades extraordinarias), no responde a ese elemental deber de nuestro gobierno. El Partido Comunista actúa dentro del régimen democrático y no ha impedido, de hecho, la política exterior de Chile; los antecedentes traídos por el señor Ministro del Interior, (Almirante Holger), ya en tres ocasiones, a este recinto, no sirven sino para demostrar la pobreza de la afirmación contraria."

"La huelga del carbón, que sirvió de base para la anterior ley de facultades extraordinarias y para la que estamos discutiendo, fue una huelga legal que el gobierno no quiso arreglar con razones, sino con bayonetas; los paros que en esos días se produjeron fueron consecuencia preponderantemente de este criterio gubernamental, y desde entonces, hasta hoy día, el gobierno ha realizado una política de debilitamiento sistemático -que ha solido llegar hasta la destrucción- de las organizaciones sindicales y de la respetabilidad de las funciones administrativas. Pues bien, estos métodos están logrando dividir, atemorizar y empequeñecer a nuestros hombres de trabajo que es como decir a nuestro pueblo. Sobre esta base humana, aún exterminado el Partido Comunista, el Gobierno difícilmente podrá realizar una política internacional compatible con el honor de Chile."

Sus palabras finales piden consecuencia y rechazan toda aplicación unilateral de los principios:

"Aquello que condenamos en los países de la Europa Oriental, sometidos a la influencia rusa y que condenamos en Rusia, no lo justifiquemos en la Patria nuestra. ¡Hagamos que la vida en Occidente no se inspire en la de Oriente!"

"Debemos armonizar nuestra política exterior con la de Estados Unidos y, sobre todo, con la de Latinoamérica; pero para ello no podemos pagar el precio de una ley de excepción destinada a restar entereza moral y física a los chilenos que se sienten despedidos de su trabajo, desalojados de su hogar, separados de sus hijos, como ha sucedido en miles de casos conocidos en el Parlamento, porque lo quiso un gerente, porque lo ordenó un capitán o porque lo sopló un traidor a su clase. Así no se hace patria, honorables colegas, ni hacia afuera ni hacia adentro."

Su posición está fijada. Cuando se llegue a debatir algunos meses después la llamada "Ley de Defensa de la Democracia", Leighton no necesitará hablar de nuevo en la Cámara. Lo hará, en cambio, Radomiro Tomic, en uno de los discursos más brillantes de su carrera política, expresando la voz oficial de la Falange, contraria a esa legislación represiva y discriminatoria.

Mientras se supera este momento difícil para la Falange Nacional, camina un proceso muy profundo al interior del Partido Conservador, donde la idea social cristiana ha seguido abriéndose camino. Don Horacio Walker Larraín, el mismo que en 1938 preside el Partido Conservador cuando se separa la Falange Nacional, encabeza ahora al sector que muy pronto se convertirá en Partido Conservador Social Cristiano, consumando la segunda gran escisión del ya viejo y agotado Partido Conservador.

En las elecciones generales para elegir parlamentarios de 1949, Bernardo Leighton postula de nuevo a la Cámara, pero esta vez por la provincia de Bío-Bío. No tiene éxito. La Falange Nacional obtiene 3 diputados (Jorge Rogers, Tomás Reyes y Pedro Videla) y conquista, con Eduardo Frei, por primera vez un asiento senatorial.

1 Comments:

Blogger Otto Boye said...

No entiendo mucho esta alusión. Agradecería precisarla.

3:25 PM  

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