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Location: Valparaíso, Quinta Región, Chile

Casado con Nina María Soto (1964): 8 hijos, 16 nietos. Estudios: Derecho (Chile); Ciencias Políticas (Heidelberg, Alemania). Habla, lee y escribe alemán e inglés. Lee francés, italiano, portugués y holandés. Computación desde 1983. Internet desde 1994. Bloggers desde 2005. Autodidacta. Adaptable a las responsabilidades asumidas. Últimos cargos públicos: Agregado Científico en embajadas de Chile en Alemania y Holanda (1991 a 1995), Embajador de Chile en Venezuela (entre 1995 y 2000). Secretario General del Sistema Económico Latinoamericano, SELA (2000 - 2003) Libros: "Hermano Bernardo" sobre Bernardo Leighton y "La no-violencia activa: camino para conquistar la democracia". Numerosos ensayos políticos en diversas publicaciones. Profesor universitario (Chile y Alemania), periodista (prensa y TV) y diplomático. Hago consultorías y escribo permanentemente sobre muy variados temas. Actualmente soy Presidente del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, con sede en Santiago.

Tuesday, August 01, 2006

CAPITULO II

INFLUENCIA DE
DON RAFAEL LUIS GUMUCIO

"El hombre tal vez mas importante para mi durante mucho tiempo fue don Rafael Luis Gumucio. Lo conocí cuando yo cursaba el cuarto año de leyes, gracias a su hijo, Rafael Agustín, que estaba un curso más abajo que yo, porque había perdido un año a causa del exilio que había sufrido con su padre al comenzar la dictadura de Ibáñez. Durante ese exilio en Lovaina, Bélgica, don Rafael Luis sufrió el fallecimiento de su amada esposa, quedando solo a cargo de sus hijos."

"Don Rafael Luis ejerció una gran influencia sobre muchos de nosotros, tal vez debido a la línea tan clara que tenía, de oposición al régimen de Ibáñez."

"Tenía un gran parecido con mi padre, incluso en muchos detalles pequeños, como el bigote que usaban o las tenidas con que andaban."

"Aceptó volver a Chile sobre la base de que se le respetara en sus ideas. A nosotros nos contó muchos antecedentes históricos del Partido Conservador. Cuando cayó la dictadura su nombramiento como presidente de dicha colectividad política se impuso en forma natural, sin disputa. No pudo ejercerlo por mucho tiempo, porque sus deberes familiares para con sus hijos se lo hacían impracticable."

"El día 26 de julio de 1931, fecha de la caída del régimen dictatorial, don Rafael Luis le envió, tal vez en la noche de ese día domingo, un recado personal a Ibáñez: si lo deseaba, podía llegar hasta su casa, desde donde él, personalmente, lo acompañaría en auto hasta donde fuese necesario. Fue un gesto muy impresionante, notable, que emocionó mucho a Ibáñez, motivando un comentario suyo indicativo de su estado de ánimo en un momento tan dramático para él: 'ojalá alguno de mis amigos tuviese una actitud como la de este adversario'. Era cierto. Don Rafael Luis había sufrido el exilio por oponerse a Ibáñez y ahora se ofrecía para protegerlo. Era un adversario, pero también era un cristiano ejemplar, capaz de perdonar, sin rencores, hidalgo, valiente. En suma, todo un hombre."

La persona de don Rafael Luis Gumucio aparece constantemente en las conversaciones con Leighton. Ella ocupa un lugar destacado en su vida política. Tratando de recordar hechos precisos que ponen de relieve esta influencia, Leighton nos muestra un recorte de diario que guarda desde su publicación. Nos señala que le causó un gran impacto y que lo ha tenido presente muchas veces en su vida. Se trata de un artículo de don Rafael Luis, publicado en "El Diario Ilustrado" el 4 de diciembre de 1932.

Bajo el título "Contesto a una majadería", su autor aclara su posición política frente al militarismo y las dictaduras. Una revista, dirigida por don Ismael Edwards Matte, le ha recordado un acto del pasado:

"Don Ismael Edwards, en su revista, me entrega a la vergüenza pública, reproduciendo tres párrafos de un desgraciado artículo que publiqué en "El Diario Ilustrado" el 12 de septiembre de 1924, en el cual celebré la revolución que derribó a don Arturo Alessandri."

He aquí los párrafos:

"El Ejército y la Marina han salvado a la República. Si los miembros de nuestras dos gloriosas instituciones armadas no hubieran intervenido con su acción, acometiendo la empresa regeneradora y restauradora, la nación se habría derrumbado en el abismo."

"Prolongándose un estado semejante habría recibido: primero, el azote de la ruina y, después, yendo de convulsión en convulsión, habría caído fatalmente en los horrores pavorosos de la revolución social."

"De todo eso han salvado a Chile los militares y los marinos."

Y prosigue don Rafael Luis:

"Hasta ahora había guardado silencio, a modo de expiación del error cometido por mí hace ocho años. Pero hoy quiero decir dos palabras de defensa porque alguna defensa atenuadora me cabe."

"Desgraciadamente, no soy infalible. He cometido muchos errores en mi vida y, con seguridad, cometeré muchos más."

"Entre todos, de ninguno me arrepiento más que del que cometí en septiembre de 1924."

"La revolución de entonces, que derribó al señor Alessandri, fue en realidad, al fin y al cabo, un golpe militar y yo incurrí en la enormidad de aplaudirla en más de un artículo."

"Como tengo amor propio, si pudiera destruir todas las colecciones del diario, lo haría para que nadie se impusiese del disparate que hice en 1924. Comprendo perfectamente que, con su reconocido mal carácter, don Ismael Edwards se proporcione el placer sádico de hacerme sufrir con el recuerdo de la actitud que, en compañía de él, entonces tuve."

"Reconozco mi imperdonable error. Pero, al celebrar el 5 de septiembre, ¿celebré el militarismo y las dictaduras?"

"No. mil veces no. Por lo contrario, honrada, aunque equivocadamente, creí que el movimiento de septiembre libraba al país de una dictadura e iba a restaurar el orden constitucional. En eso, precisamente, consistió mi error."

"Padecí la perturbación que produce la relatividad de las cosas. El señor Alessandri había hecho amenazas al Senado, había mandado un telegrama a Temuco en que pedía que se apedrease a don Ismael Edwards, se había negado a convocar a elecciones extraordinarias en Ñuble y había intervenido en las elecciones del 2 de marzo de tal suerte que, por acto de fuerza, llegaron al Congreso dos o tres senadores y diez o doce diputados espurios."

"Todo eso era grave y parecía de más inmensa gravedad porque hasta entonces nunca se había visto algo semejante y siempre se había respetado religiosamente la Constitución."

"Todavía no conocíamos lo que en realidad son las dictaduras y, por eso, nos parecían insoportables actos dictatoriales del señor Alessandri. No habían estado ni Ibáñez ni Dávila en la Moneda. No sabíamos de aprisionar ciudadanos, deportarlos, torturarlos y asesinarlos, y por eso nos parecía increíble que se quisiera apedrear al señor Edwards Matte. No sabíamos lo que era designar a los ciento treinta y dos diputados en las Termas de Chillán y, por eso, estimábamos una monstruosidad que llegaran diez espurios a la Cámara."

"Para juzgar mi artículo del 12 de septiembre de 1924, es preciso cerrar los ojos a lo que hemos visto en los últimos ocho años y trasladarnos a la situación de entonces. Ante el criterio que teníamos los chilenos en 1924, la actitud del señor Alessandri tenía el aspecto de una amenaza de dictadura. Creí que los militares con el movimiento de septiembre nos libraban de esa amenaza. Lo creí así honrada y sinceramente. Por eso, los aplaudí."

"Mi aplauso no fue, pues, a una dictadura sino a que se nos librara de una dictadura. ¡Caí en un error enorme, imperdonable y del cual me avergüenzo; pero no cometí el crimen de desear, aceptar y aplaudir tiranías!"
"Recuerdo que Jenaro Prieto, la noche en que salió de la Moneda el señor Alessandri, me dijo: Ud. está contento porque, como es cojo, no ha hecho el servicio y, por eso, no conoce a los militares. Yo he hecho el servicio y le aseguro que dentro de poco estaremos arrepentidos de lo que hoy celebramos."

"Los hombres de mi generación no habíamos conocido el militarismo, extirpado en Chile desde tiempos de Portales. No me dí cuenta de que era sencillamente el militarismo el que se nos venía encima con la revolución de septiembre."

"El artículo que me enrostra la revista del señor Edwards Matte es de fecha 12 de septiembre de 1924. Pues bien, el día anterior, los militares habían lanzado el famoso manifiesto del 11 de septiembre. En él, solemnemente le juraban al país que no asumían el poder para conservarlo, que no alzarían caudillos, que respetarían las libertades públicas y que se retirarían a sus cuarteles después de 'devolver a nuestra patria el libre juego de sus instituciones fundamentales, puras y honestas, como en las que cimentó su grandeza la República.' Creí en tales declaraciones."

"Reconozco que a mis años no tenía derecho para ser tan ingenuo; pero, la verdad es que creí. Los aplausos de mis artículos no fueron, pues, al militarismo y a las dictaduras, como pretende darlo a entender la revista solapada del señor Edwards Matte. Por lo contrario, fueron a los que prometían no adueñarse del poder, respetar las libertades públicas y restaurar el orden constitucional."

"Incurrir en un error es algo bien humano. No hay culpa, si lejos de persistir en el error, se abandona en cuanto es notado. Y tal abandono debe considerarse leal y sincero cuando se hace desinteresadamente. Puedo tener el orgullo de decir que así procedí respecto a mi error de septiembre de 1924: lo que me decidió a abandonar el error fue la arbitrariedad cometida contra un adversario político mio. La Junta de Gobierno hizo tomar preso al radical don Pedro León Ugalde, atropellando las libertades públicas y demostrando, con ello, que estábamos ante una dictadura. Arrostrando las iras de muchos amigos oportunistas, cumplí con mi deber de protestar públicamente y, desde ese día, quedé colocado contra esa y contra todas las dictaduras."

"Además, mi error está con creces redimido. Si en un platillo de la balanza quiere la revista dictatorial colocar mi artículo del 12 de septiembre de 1924, nadie me negará derecho para colocar en el otro platillo las persecusiones que he sufrido por oponerme a las dictaduras." (7)

Esta larga cita se justifica, porque aquí está trazado virtualmente el camino político de Bernardo Leighton. Como veremos en las páginas siguientes, aprendió la lección de no alentar ni aplaudir jamás la caída de gobiernos constitucionales, luchando en cambio, incansablemente, por defender la democracia chilena.

Don Rafael Luis Gumucio es, sin duda, el más importante gestor político del socialcristianismo en Chile. Con su conducta cristalina daba un testimonio indispensable para abrirle paso a una nueva actitud política en el país. Sus ideas le daban la base coherente en la cual podía fundarse una acción renovadora y progresista de los cristianos en la política. Por último, sus gestiones concretas para lograr la captación de jóvenes para el Partido Conservador ponían en marcha una dinámica de largo plazo, de efectos seguramente insospechados para su propio autor.

Bernardo Leighton es, en esta etapa, un discípulo directo de don Rafael Luis Gumucio. A su lado estará en numerosas ocasiones.

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