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Location: Valparaíso, Quinta Región, Chile

Casado con Nina María Soto (1964): 8 hijos, 16 nietos. Estudios: Derecho (Chile); Ciencias Políticas (Heidelberg, Alemania). Habla, lee y escribe alemán e inglés. Lee francés, italiano, portugués y holandés. Computación desde 1983. Internet desde 1994. Bloggers desde 2005. Autodidacta. Adaptable a las responsabilidades asumidas. Últimos cargos públicos: Agregado Científico en embajadas de Chile en Alemania y Holanda (1991 a 1995), Embajador de Chile en Venezuela (entre 1995 y 2000). Secretario General del Sistema Económico Latinoamericano, SELA (2000 - 2003) Libros: "Hermano Bernardo" sobre Bernardo Leighton y "La no-violencia activa: camino para conquistar la democracia". Numerosos ensayos políticos en diversas publicaciones. Profesor universitario (Chile y Alemania), periodista (prensa y TV) y diplomático. Hago consultorías y escribo permanentemente sobre muy variados temas. Actualmente soy Presidente del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, con sede en Santiago.

Tuesday, August 01, 2006

CAPITULO VI

JUVENTUD CONSERVADORA - FALANGE NACIONAL (1935-1938).
LEIGHTON, MINISTRO DEL TRABAJO (1937-1938)

Con la Concentración Nacional de octubre de 1935 empieza una nueva etapa, rica en acontecimientos e intensa en actividad. Presidiendo la Juventud Conservadora, Bernardo Leighton sigue desplazándose por el país junto con varios otros dirigentes juveniles, dándole mucha importancia a la organización y a la difusión de la doctrina social cristiana. Un cierto sentimiento mesiánico se ha apoderado de ellos. Se sienten poseedores de una verdad salvadora para el país y se apresuran a transmitirla, procurando con su entusiasmada palabra persuadir a los demás.

El punto conflictivo central de este período se radica en el nivel de las relaciones de la Juventud con el Partido. Aquí se produce un proceso complejo de paulatina diferenciación, donde juegan un rol importante factores como: una interpretación distinta respecto a la aplicación práctica de la doctrina social de la Iglesia; un abismo generacional muy grande entre los dirigentes máximos del Partido y los de la Juventud; una pugna de poder entre ambos, al querer impedir la "vieja guardia" que los jóvenes conquisten el Partido, cambiándole su rumbo y hasta naturaleza, cosa que éstos ciertamente buscan, y, por último, una nueva visión sobre el papel de los cristianos en la política, menos confesional y, por lo tanto, menos vinculada a la Jerarquía de la Iglesia que antes.

En todos estos aspectos tiene Leighton una participación protagónica. Su acción la resume él mismo en un artículo publicado en el diario "El Correo de Valdivia" el 22 de febrero de 1936.

"Vamos del norte al sur de la República, visitamos las grandes y pequeñas ciudades, organizamos sin temor alguno discusiones públicas, llegamos hasta el hogar de las instituciones proletarias y, en todas partes, exponemos nuestro pensamiento serenamente, enérgicamente, sinceramente. El Partido Conservador pues, ha renovado sus procedimientos y espera cada día renovarlos más. Viejo y joven a la vez tiene fe en el porvenir de la Patria y lucha por ella."

Estas palabras irradian optimismo y no ven discrepancia alguna entre lo que la juventud hace como tal y lo que el Partido Conservador realiza en su propio terreno.

Leighton menciona aquí discusiones públicas que organizan donde quiera que pueden, dándole mucha importancia a este punto:

"Partimos tratando de tener la mayor cantidad posible de reuniones públicas para plantear nuestros puntos de vista. Las hacíamos normalmente en teatros. En Santiago le arrendábamos algunos a don Amador Pairoa, ciudadano comunista que más tarde fue senador por Curicó, Talca, Maule y Linares. Al fallecer éste, el 15 de agosto de 1944, fue reemplazado por don Arturo Alessandri Palma, electo en comicios complementarios con el apoyo, entre otros, de la Falange Nacional."

"Don Amador sabía que íbamos a sostener ideas completamente distintas a las suyas, pero no tenía inconvenientes en arrendarnos sus teatros, mientras era difícil encontrar otros para arrendar. Contribuía tal vez a ello el que nuestra posición fuera de respeto a todas las ideas, incluyendo las comunistas siempre que se adaptaran al respeto de la democracia y del régimen constitucional chileno. Este hecho se conoció en aquella época y produjo una impresión positiva en cuanto a la idea de saber tratar esas discrepancias en un plano de respeto y, en el fondo, también de fraternidad humana con los que tienen ideas diversas. En estas reuniones adoptamos también una práctica nueva para las costumbres políticas: la asistencia no era limitada sólo a los jóvenes conservadores. Asistía el que quería y, después de los discursos programados donde hablaban conservadores del partido y de la juventud, había tribuna libre para discutir. Podía hablar el que quería y decir lo que deseara siempre que se expresara con respeto a las ideas y a las personas. Su libertad era total para expresar ideas distintas y hasta contrarias a las nuestras. Aunque participaron de todos los sectores, fueron jóvenes nacistas y socialistas los que más utilizaron la tribuna que nosotros abrimos. El sistema dio buenos resultados y, en general, no hubo violencias. Lo llevamos a la práctica a lo largo de todo Chile. Me parece importante destacar todo esto, porque pienso que las democracias deben funcionar en medio de un permanente dialogo, educando en esta disciplina a todos los ciudadanos, a fin de que participen con respeto en la formación de las grandes decisiones nacionales. Esta práctica no se extendió mucho. Los otros partidos virtualmente nunca la adoptaron e incluso nosotros mismos tampoco la mantuvimos en toda la medida en que debimos hacerlo."

En medio de esta acción de propaganda surge, al interior de la Juventud Conservadora, un departamento dependiente de ella, que recibe el nombre de Falange Nacional. Al revés de lo que se ha sostenido muchas veces, la inspiración no viene de España para elegir este nombre. "Recuerdo que lo hablamos mucho. Nos basamos para hacer esta opción en las falanges macedónicas, que le sirvieron de instrumento a Alejandro Magno para alcanzar sus famosas victorias. En nuestro entusiasmo llegábamos a decir que la historia recordaría sólo dos falanges: las macedónicas y la nuestra... La Falange Española tenía un carácter facistoide que rechazábamos absolutamente y contra el cual luchamos desde un comienzo. Entiendo que en España se hicieron ilusiones de que estábamos creando algo similar a la Falange de ellos, pero se desilusionaron muy pronto."

La Falange Nacional nace, como puede apreciarse, como un departamento dependiente de la Juventud Conservadora, a comienzos de 1936. Su primer jefe es Ignacio Palma y su objetivo central la propaganda y la formación de cuadros. Se organiza con ciertas características semi-militares. Aunque nunca usa armas, existen cargos como "brigadieres" y otros, que ponen de relieve este hecho. Leighton respalda esta iniciativa, pero no participa en ella mientras es un simple órgano de la Juventud Conservadora. Es un hecho, sin embargo, que aquí se concentra el mayor dinamismo de la Juventud y le da rostro propio a la misma, diferenciándose poco a poco del Partido Conservador. "Lircay" refleja esta evolución a través de pequeños, pero significativos detalles. Por ejemplo, la insignia, que ha permanecido hasta hoy como enseña de los demócratas cristianos, aparece por primera vez en el No. 34 de "Lircay" de mediados de 1936, al lado del nombre del periódico. En un apartado se explica, además, su significado: "Una flecha vertical corta dos barreras: son los obstáculos que encontraremos dentro y fuera de nuestras filas y que tenemos la confianza de vencer siempre que sigamos la dirección de la flecha que se afirma en la tierra y se dirige hacia el cielo." (Pag. 1). Hay aquí una insinuación clara de que existen dificultades dentro del partido para llevar a cabo los ideales juveniles. Ellos se acentuarán con el tiempo y harán crisis, en forma paulatina, a lo largo de 1937 y, sobre todo, de 1938. Esto se expresará simbólicamente en el hecho de irse adoptando casi inconscientemente el nombre de Falange Nacional como denominación de la juventud conservadora, abandonándose de a poco esta última, que era la oficial. Al producirse la ruptura final, el nuevo partido ya tendrá su nombre propio: Falange Nacional.

En marzo de 1937 hay elecciones parlamentarias. La Juventud Conservadora lleva candidatos en muchas provincias, lo que implica un reconocimiento del Partido a su presencia e incansable actividad. Leighton no acepta postular a un cargo parlamentario, pese a los ruegos, consagrándose a fondo a dirigir la campaña de los candidatos juveniles.

El resultado satisface ampliamente a los jóvenes, pues llegan a la Cámara varios de sus representantes. El esfuerzo hecho aparece premiado por el electorado. Sin embargo, en este acontecimiento se encuentra también el germen de futuras dificultades con la Directiva del Partido, presidida todavía por Horacio Walker Larraín. Aunque este último apoya firmemente a los jóvenes, es presionado fuertemente para no permitir indisciplinas. Ahora que la Juventud muestra tener una suerte de representación propia en la Cámara de Diputados, esto le parece esencial a la "vieja guardia" para mantener al Partido unido bajo su control.

Pero inmediatamente después de las elecciones reina todavía el optimismo. Los nubarrones no alcanzan a empañarlo.

Por su parte, el Presidente Alessandri se apresta a reorganizar su gabinete, manteniendo, como lo ha hecho a lo largo de su gobierno, la participación conservadora. Surge entonces la idea de presentarle a don Arturo Alessandri algunos candidatos a ministros que pertenezcan a la Juventud Conservadora o estén cerca de sus planteamientos. Este acepta la idea y Leighton presenta una terna en la que figuran Eduardo Frei, Pedro Lira y Héctor Escríbar. El Presidente elige, sin embargo, a Leighton, designándolo Ministro del Trabajo. Lo ha conocido poco antes al serle presentado por Eduardo Cruz Coke, Ministro de Salud, escuchando de sus labios el planteamiento de la Juventud Conservadora y ha aceptado en gran parte su análisis.

Leighton considera consolidado el régimen democrático en el terreno puramente político, pero ve peligros que vienen del campo social, desde donde emergen reivindicaciones económicas muy justas. "Hay que llevar a cabo una política que le dé confianza a los trabajadores y no solamente a los dueños del capital", es en síntesis lo que Leighton le dice a Alessandri. Este responde nombrándolo Ministro del Trabajo.

"Cuando don Rafael Luis Gumucio me dijo que el Presidente quería designarme Ministro del Trabajo yo creí que estaba bromeando. Me tomó de sorpresa el hecho de que se pensara en mí. Pedí tiempo para meditarlo y sólo después de mucho cavilar y conversar, acepté. El día del juramento fue un día que no olvidaré jamás. Estaba más nervioso que un estudiante entrando por primera vez a la universidad. Yo no me había esperado esto y, además, todos los Ministros y el Presidente eran mucho mayores que yo. Podrían haber sido padres míos y algunos hasta mis abuelos. Don Arturo me preguntó entonces la edad. Al decirle que tenía veintisiete me respondió: ' !Me ganó por un año. Yo fui ministro por primera vez a los veintiocho!' Después agregó que, según sus recuerdos, sólo dos ministros habían sido más jóvenes todavía. 'Pero esa no era gracia', agregó, 'porque ellos eran Edwards y Matte'. En esos momentos, llegar adonde habíamos llegado era para él 'una gracia'. De hecho, él encabezó ya en 1920 la irrupción de sectores medios y populares en la política chilena."

Leighton guarda los mejores recuerdos de don Arturo Alessandri. Aunque discrepa con muchos de sus actos, valora su conjunto positivamente. Su paso por el Ministerio del Trabajo termina por transformarlo en un político ciento por ciento. Don Arturo lo respalda siempre, defendiéndolo de muchas críticas que le hacían los sectores más conservadores. Su testimonio merece registrarse aquí:

"Siempre me respaldó y me acompañó. Nunca presencié escenas donde él se violentara con sus ministros. Me habían contado algunas cosas al respecto, pero al parecer eso sucedió durante su primera presidencia. Entonces era más joven también y las condiciones del país eran agitadísimas. Conmigo fue siempre muy amable. Le gustaba saber todo lo que hacían sus ministros, pero nunca discutía con ellos. Se limitaba a respaldarlos. No tenía afición especial por determinados temas, sino que le interesaba que todo lo que hacía el gobierno saliera bien, sin una pasión particular por alguna de las materias. Yo lo informé siempre directamente, no llevando nunca los problemas de mi cartera al Consejo de Gabinete. 'Mire ministro', me dijo una vez, 'cuando quiera hablar conmigo pase sin anunciarse'. Así lo hice muchas veces, comprobando siempre, eso sí, si el Presidente estaba solo o no."

En el ejercicio de su cargo Leighton debe enfrentar numerosos problemas. Su estilo directo se hace sentir de inmediato y le da perfiles muy característicos a su acción.

"Tuve algunas huelgas. Por ejemplo, una en el norte. Eran trabajadores marítimos que cargaban cobre y salitre. Yo resolví ir personalmente al sitio del conflicto. Lo hice en un avión de guerra del Ejército. El Presidente estaba en Viña del Mar. Cuando llegué a Antofagasta me encontré con un telegrama suyo, dirigido a representantes sindicales, redactado en términos bastante fuertes. Al parecer le habían informado que los obreros estaban en una posición violenta e ilegal. Por teléfono le informé que la huelga era legal y que no había actitudes violentas. Don Arturo me dijo: 'Lo que Ud. haga está bien hecho. Ud. me representa. Las empresas a veces son tan extremistas como los sindicatos, comunistas o no, y no quieren aceptar nada. Son situaciones difíciles y delicadas. Vea Ud. lo que corresponde hacer y no tome mi telegrama como norma.' Gracias a este respaldo pude actuar y resolver la huelga, mediante arbitraje aceptado por ambas partes. Pasaron después diez años sin que hubiera un conflicto ahí mismo. Cuando le comuniqué al Presidente todo, se alegró mucho: 'Qué bueno. Ahora véngase y descanse. Lo felicito.' Le respondí que todo había salido bien, porque cumplí los criterios que él me había dado por teléfono."

La prensa de la época registra también la pasada de Bernardo Leighton por el Ministerio del Trabajo. He aquí algunos de sus testimonios:

- "La designación de Bernardo Leighton para la cartera del Trabajo, en el actual Gabinete, fue acogida con entusiasmo por la opinion pública. Se trataba del Presidente de la Juventud Conservadora, que tiene a su abono una labor vasta y humanitaria, realizada en la tribuna, en el artículo escrito al pasar, en el manifiesto, en la conferencia, y lo que es más, en la acción perseverante." (Zig-Zag, 16 de abril de 1937).

- "Por vez primera quizá el viento de renovación que sacude los viejos ramajes de las organizaciones políticas alcanza hasta las alturas de la organización ministerial. En efecto, vemos que el Excmo. Sr. Alessandri, con penetrante visión del porvenir, y en ejercicio de sus facultades constitucionales, ha formado su nuevo ministerio llamando a él a un hombre de hoy, sin raigambre en los consejos tradicionales de los partidos, que no llega aún a los treinta años de edad, que, en pleno ardor de elecciones, rehusa candidaturas, y que, dinámico, y como empujado por una fuerza invencible, recorre de norte a sur el país en difusión de principios que no por ser su difusor pelucón, dejan de escalofriar a los timoratos que temen la mano juvenil sobre cualquiera directiva..."

"Porque esto es Bernardo Leighton Guzmán, el nuevo Ministro del Trabajo: una mano nueva sobre el timón de una de las carteras más importantes del Gobierno. Su nombre no evoca un pasado de esos que hacen las delicias del comentario, de la leyenda o de la historia. Es un hombre de hoy, surgido de la agitación renovadora que se ha apoderado también del partido conservador, y que pese a menguadas concepciones de la disciplina, tiende a destacar relieves de dirección en la cosa pública." (Zig-Zag, 2 de abril de 1937).

-"Don Bernardo Leighton, llevado por la Juventud Conservadora a la más delicada responsabilidad de Gobierno representa en el Gabinete todo el anhelo impetuoso y sano, consciente y sagaz de la muchachada de ahora, anhelante de servir a la patria y de lograr para la totalidad de sus hijos el bienestar que nuestra tierra ubérrima es capaz de depararle a todos." (La Unión de Valparaíso, 12 de abril de 1937).

- "Parece un 'cabro' y provoca hablarle de tú. Aseguran que tiene veintisiete años, pero representa veinte. Aquí está, detrás de su escritorio de Ministro del Trabajo, rodeado de timbres y teléfonos, y pudiera creérsele un escolar en tren de travesura. Pero Bernardo Leighton ya tiene contornos de figura política, y desde su actuación como Presidente de la Juventud Conservadora, acusó perfiles de firme personalidad. Esta valoración se justifica en cuanto se cruzan frases con él. Dentro del estuche juvenil hay un hombre ponderado, reflexivo, con grandes bríos para la acción." (HOY, 18 de mayo de 1937).

El 14 de diciembre de 1937, Bernardo Leighton presenta por primera vez su renuncia al cargo de Ministro. La causa está en los diputados de la Juventud Conservadora, que han votado en la Cámara en contra de un proyecto del gobierno sobre tierras magallánicas. Es un gesto de delicadeza de su parte. Al escucharle a Alessandri un comentario adverso a la actitud de esos diputados, piensa que ha perdido su confianza. Le presenta su renuncia verbalmente y después la formaliza por escrito. El Presidente de la República la rechaza y Leighton no insiste en ella. "No tendría yo motivo para insistir en ella, tanto más cuanto que en S.E. he encontrado siempre un apoyo firme y sincero; en consecuencia, la he retirado, junto con expresar mis agradecimientos al Presidente. He creído ser leal con él y con mis correligionarios." (Declaraciones a "El Mercurio", 16 de diciembre de 1937).

A comienzos de marzo de 1938 se produce un incidente político-policial que moverá a Leighton a dejar definitivamente el Ministerio del Trabajo. A raíz de una caricatura de la revista "Topaze", que hiere mucho al Presidente de la República, el Gobierno requisa la edición y la hace quemar. Considerando que esto constituye un abuso de sus atribuciones y que no puede solidarizar con la actitud del Presidente, Leighton presenta su renuncia definitiva. No quiere dejar constancia pública del motivo de su alejamiento, razón por la cual en ningún instante hace declaraciones en ese sentido. Sin embargo, la opinión pública lo interpreta correctamente.

"Cuando le comuniqué mi decisión de renunciar, lo hice en términos bien categóricos. Don Arturo estaba muy afectado y no quería que yo renunciara. Trató de que conversáramos al día siguiente del asunto. Entonces le dije: 'Presidente, entiendo que Ud. no me comprenda, pero no puedo seguir siendo ministro si veo que el Presidente actúa, a mi juicio, en forma contraria a la Constitución. No daré a conocer estos motivos públicamente, pero debo irme hoy mismo.' El fue muy cariñoso y leal conmigo y aunque hubiese preferido que no renunciara, comprendió que yo no tenía otro camino."

Quizá nadie expresa mejor lo que muchos sentían, al ver alejarse a Leighton del Ministerio del Trabajo, que Guillermo Donoso Vergara en un artículo que publica en el diario "La Mañana" de Talca, el 15 de marzo de 1938:

"A diferencia de otras mentalidades jóvenes, que viven de esquemas prehechos, con la agilidad del moderno estadista se acercó a los hombres de trabajo. Les habló de un nuevo concepto de justicia social. Y el país tuvo fe en el Ministro. Hoy se aleja. Las violaciones a la Constitución y la Ley cometidas por el Presidente de la República han servido para demostrar su dignidad de hombre de bien y su sinceridad de cristiano. En una edad en que otros son simples trepadores de situaciones Bernardo Leighton deja el poder por ser leal a la doctrina. Esto constituye un ejemplo que, dadas las circunstancias podría ser mirado como heroísmo. Con la misma cobardía que en 1927, cuando el sr. Ibáñez atropelló las instituciones constitucionales, liberales y conservadores doblan la cabeza para evitar un mal mayor. En Leighton reviven las viejas tradiciones chilenas, de Portales, de Montt y de Varas".

"El país está cansado de las palabras que no se sienten y de las leyes que no se cumplen. Bernardo Leighton fue la antítesis de este mal. Lo que dijo lo cumplió y su palabra siempre tuvo el calor de un pensamiento real. Su fe en la misión histórica de la juventud chilena marcó el rumbo de todas sus actuaciones. Muy fácil hubiera sido para él seguir en el gobierno a imitación de los demás Ministros de Estado. Pero no era su personalidad la del mediocre que sólo apetece figurar. Y fue el único para honra de nuestra generación."

"Bernardo Leighton ha abierto un surco y ha depositado una semilla que ha de fructificar en el mañana. Quiera el destino serle propicio. Y reciban nuestra adhesión por ello él y sus compañeros de la Falange Nacional."

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